Tribuna:

Las limitaciones de los mortales

El estado de gracia no es permanente. En los gobiernos de CiU cambia a la velocidad de los acontecimientos políticos. Hace unas semanas eran muchos los analistas que creían ver en el consejero de Cultura, Joan Maria Pujals, la palidez propia de los cadáveres políticos. El silencio -voto o imposición- ha rodeado al Departamento de Cultura a la hora de opinar sobre los decretos que desarrollan la ley del catalán. La discreción y la prudencia siempre han sido virtudes apreciadas en los Ejecutivos que a lo largo de 18 años ha tenido ocasión de presidir Jordi Pujol. Pero la suerte puede variar y ...

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El estado de gracia no es permanente. En los gobiernos de CiU cambia a la velocidad de los acontecimientos políticos. Hace unas semanas eran muchos los analistas que creían ver en el consejero de Cultura, Joan Maria Pujals, la palidez propia de los cadáveres políticos. El silencio -voto o imposición- ha rodeado al Departamento de Cultura a la hora de opinar sobre los decretos que desarrollan la ley del catalán. La discreción y la prudencia siempre han sido virtudes apreciadas en los Ejecutivos que a lo largo de 18 años ha tenido ocasión de presidir Jordi Pujol. Pero la suerte puede variar y en un solo día se puede pasar de reo del pecado a aspirante a la gracia eterna. Ayer el correctivo le correspondió al consejero de la Presidencia, Xavier Trías, quien el pasado miércoles aseguró en TV-2 que el Gobierno de CiU no conocía el famoso y polémico decreto sobre el cine catalán. Pujol hizo esperar media hora al banquero José María Amusátegui -quien aguardaba para firmar un convenio de aplicación de la ley de Política Lingüística en el Banco Central Hispano para absolver a Pujals y condenar a Trias. Un escueto "hemos sido informados en el Consell Executiu sobre el contenido de este decreto" arrasó la frase pronunciada por Trias el día anterior, ante las cámaras de televisión: "El decreto no se ha aprobado, ni ha pasado por el Gobierno". Al pecado de acción se une el de omisión. Hace tan sólo diez días, mientras el secretario general de CDC, Pere Esteve, aseguraba que el presidente de su partido y de la Generalitat no debía disculparse por decir que el vicepresidente Rodrigo Rato era un "pequeño político de esquina", una carta personal de Jordi Pujol descansaba sobre la mesa del ministro de Economía reconociendo que la expresión no fue acertada. La clarividencia de los demiurgos deja al descubierto las limitaciones de los mortales.

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