Tribuna:

Que alguien pida perdón

La verdad es que uno no sale de su asombro cuando observa los comentarios y actitudes que está produciendo el centenario del nacimiento de Federico García Lorca. Una especie de transmutación recorre el ámbito de la derecha española, haciendo que a los cien años todos sean lorquistas. El Ayuntamiento de Granada, representativo de la forma de acción de la derecha más recalcitrante, se vuelca en los actos de la conmemoración; los ministros más reaccionarios del Gobierno se permiten defender la figura del poeta asesinado; los periodistas que siempre fueron aliados de la derecha y que en su momento...

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La verdad es que uno no sale de su asombro cuando observa los comentarios y actitudes que está produciendo el centenario del nacimiento de Federico García Lorca. Una especie de transmutación recorre el ámbito de la derecha española, haciendo que a los cien años todos sean lorquistas. El Ayuntamiento de Granada, representativo de la forma de acción de la derecha más recalcitrante, se vuelca en los actos de la conmemoración; los ministros más reaccionarios del Gobierno se permiten defender la figura del poeta asesinado; los periodistas que siempre fueron aliados de la derecha y que en su momento defendieron las tropelías cometidas por la dictadura franquista ofrecen cabeceras, portadas y titulares a la memoria del insigne poeta; etc. En resumen, toda una transmutación basada en una especie de amnesia colectiva de la derecha española, en la que nadie asume ni la herencia de la responsabilidad del asesinato de Lorca ni, por supuesto, pide perdón. Evidentemente, ante mis palabras se podrá aducir que nadie que sobreviva firmó su sentencia de muerte, que nadie contribuyó a esconder su vida y su obra mediante la censura, que nadie dejó de leer sus poemas. Pero por fortuna para la memoria, no distan tanto los tiempos en los que la primera celebración multitudinaria de su nacimiento fue repelida de forma agresiva por las fuerzas policiales. Casi todos los políticos, periodistas o escritores de hoy vivieron aquellos tiempos y tomaron partido del lado de los manifestantes o del Gobierno represor. Ahora que el mundo parece entender que la dignidad exige pedir perdón, lo ha hecho la Iglesia católica por su omisión en el Holocausto, el presidente de los Estados Unidos por la esclavitud de los africanos o la reina de Inglaterra por la represión en la India, parece razonable que alguien en España pida perdón por haber matado al genio andaluz. Porque mientras esto no ocurra los que siempre estuvimos con Lorca, los de aquel 5 de junio de 1976 a las cinco de la tarde, nos negaremos a aceptar como naturales los homenajes de la derecha a Federico.

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