Cardoso Pires asegura que la Expo ha hecho de Lisboa una «ciudad más libre, abierta y moderna»

El escritor dice que no siente nostalgia por «la capital de miseria» que fue en la dictadura

Sentado en una silla de ruedas que detesta, pero sin perder su excepcional sentido del humor, el escritor portugués José Cardoso Pires, aún convaleciente de un derrame cerebral, afirma que la Expo «ha sido un motor que ha sacudido al país y lo ha obligado a renovar una ciudad que estaba y está todavía ahogada, apretada». No obstante, el autor de Lisboa. Diario de a bordo (Alianza Editorial) se muestra muy optimista: «La Expo ha recuperado una zona de la ciudad que estaba podrida, abandonada y completamente condenada, y ha convertido Lisboa en una ciudad más libre, más abierta, más moderna»....

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Sentado en una silla de ruedas que detesta, pero sin perder su excepcional sentido del humor, el escritor portugués José Cardoso Pires, aún convaleciente de un derrame cerebral, afirma que la Expo «ha sido un motor que ha sacudido al país y lo ha obligado a renovar una ciudad que estaba y está todavía ahogada, apretada». No obstante, el autor de Lisboa. Diario de a bordo (Alianza Editorial) se muestra muy optimista: «La Expo ha recuperado una zona de la ciudad que estaba podrida, abandonada y completamente condenada, y ha convertido Lisboa en una ciudad más libre, más abierta, más moderna».

Licenciado en Matemáticas, marino mercante («salí de allí como había entrado: sin saber nada de nada»), periodista y escritor, Cardoso Pires, de 72 años, es considerado por la crítica como «uno de los últimos grandes escritores lusos». Singular observador de la realidad portuguesa y seguramente el mejor retratista de la nueva Lisboa, Cardoso Pires nos recibe en su casa, amarrado a su silla de ruedas. Salió el pasado lunes del hospital, con medio cuerpo paralizado, asustado, pero sin perder su buen humor. «Como puede calcular», dice el novelista, «yo no he visto todavía la Expo, pero, como portugués, reconozco que ha sido una demostración, una rara demostración de eficacia técnica y del cumplimiento de una promesa, algo realmente raro en Portugal; por una vez lo han cumplido».El autor de Lisboa. Diario de a bordo, un retrato amable y sorprendente de la ciudad, traducido ya a cinco idiomas, afirma que «la Expo, por encima de la muestra en sí, tiene el valor de haber recuperado una zona de la ciudad, conocida antiguamente como el Tajo gitano, que estaba podrida, abandonada y completamente condenada. Eso se acabó y la muestra ha convertido a Lisboa en una ciudad más abierta, más libre y más bella».

La voz propia de Lisboa

El reciente premio Pessoa 1997, con una larga trayectoria literaria y cívica a las espaldas, explica que «Lisboa tiene una extraña y fantástica capacidad para apagar los monstruos urbanísticos que se han construido últimamente; es una ciudad que consigue aplastarlos y dominarlos, ha conseguido mantener su estilo, su propia voz». Pero, sobre todo, es una ciudad más libre, alejada ya de su tenebroso pasado durante la dictadura.Y así lo quiere subrayar el escritor: «No tengo nostalgias de la antigua Lisboa. Viví medio siglo de miseria, de porquería y de mentiras. En una ciudad cerrada, donde los jardines eran proyectados por los arquitectos para que los guardias, desde un punto, pudieran controlar todo el espacio. Donde las mujeres no podían fumar, como en España. Hoy día, Lisboa es una ciudad abierta, moderna y cada día más libre y más bella. Y los sentimientos tienen mucho que ver en esto». Y este izquierdista convencido, pero no militante, lo precisa: «Es como si un tipo se acuesta con una mujer y le tapa la boca para que no hable. ¡Gran parte de la belleza de la mujer se perdió! Esto es igual. Lisboa es ahora una ciudad libre, abierta. Soy muy optimista con esta ciudad y cada día que pasa me gusta más. No tengo nostalgias de la antigua Lisboa».

Sólo hay algo que no le convence: la progresiva pérdida del humor lisboeta: «El humor de Lisboa es fantástico, especialísimo, pero se está perdiendo, poco a poco, por la gente que llega de fuera. Desgraciadamente está ganando cosmopolitismo, pero está perdiendo algo de su alma. El verdadero lisboeta posee un finísimo sentido del humor hasta en los momentos de agresividad. Cuando quiere ser agresivo usa el diminutivo, es algo provocador, muy irónico. También usa el diminutivo para los superlativos. Para un auténtico lisboeta, un pequeño puente es un pontao. Incluso ironiza con los cementerios. Aquí están el cementerio de los Placeres, el de Ayuda, ¿Ayuda? ¿Para qué? »

José Cardoso Pires no tiene ninguna duda de que la Expo va a alterar los valores de la ciudad y del propio Portugal. Seguramente va a mejorar la autoestima de todos los portugueses y va a contribuir a unir el país. «La Expo » , dice, «ha sido un gran motor que ha convertido Lisboa en más capital de Portugal y ha hecho de este país una nación más segura de sí misma. Este acontecimiento va a cambiar incluso el comportamiento sociopsicológico de todos los portugueses » .

Una dura convalecencia

Este admirador de Pío Baroja («uno de los grandes maestros de la literatura mundial » ) se enfrenta ahora a una dura recuperación. Ya sufrió un accidente cardiovascular que le hizo perder la memoria durante 15 días, pero regresó. Atravesó la línea de la vida o de la muerte y volvió.Y lo recuerda sin nervios, sin angustia: «Siempre he dicho que aquello fue una muerte amable. Perdí la memoria, no podía escribir, ni leer, no sabía nada de nadie, no me gustaba nadie ni odiaba a nadie. Como no tenía memoria, no tenía sentimientos. No tuve ningún dolor. Si no fuese por los amigos, los hijos o mi mujer, aquello hubiese sido la muerte ideal. Ahora, en cambio, estoy aquí amarrado a una silla de ruedas. ¡Cómo pueden ser tan ineptos! Yo no puedo manejar esta silla, incomodísima, y estoy completamente dependiente desde la mañana a la noche. ¡En una sociedad supuestamente tan avanzada!».

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