Crítica:ÓPERA : "EL ELIXIR DE AMOR"

El cantismo a cuentagotas

Terminó la primera temporada de ópera del Teatro Real de Madrid con un popular título belcantista, El elixir de amor , de Donizetti, cuya comicidad primaria se ve matizada por el tono de comedia sentimental o si se prefiere de romanticismo un tanto giocoso.El belcanto tiene algunas reglas de oro muy precisas que se manifiestan en la transparencia, la línea y el estilo. Hay que cantar de una determinada manera y la orquesta debe, en consonancia con las voces, resaltar la vitalidad, el ritmo interno de unas melodías que flotan en el aire.

Es muy fácil distinguir las voces belcantis...

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Terminó la primera temporada de ópera del Teatro Real de Madrid con un popular título belcantista, El elixir de amor , de Donizetti, cuya comicidad primaria se ve matizada por el tono de comedia sentimental o si se prefiere de romanticismo un tanto giocoso.El belcanto tiene algunas reglas de oro muy precisas que se manifiestan en la transparencia, la línea y el estilo. Hay que cantar de una determinada manera y la orquesta debe, en consonancia con las voces, resaltar la vitalidad, el ritmo interno de unas melodías que flotan en el aire.

Es muy fácil distinguir las voces belcantistas, tanto desde el color como desde la forma de afrontar el canto. Cuando en escena estaban José Bros o Isabel Monar se notaban claramente las diferencias. El primero, por su proyección elegante, por su intencionalidad en cada sílaba, por su recreación en la belleza del sonido que incluso le llevó a resolver Una furtiva lágrima con cierta lentitud. La segunda, porque sabe decir sin afectación y meterse con naturalidad en el carácter ligero de su personaje. Cuando cantó con el magnífico coro femenino la escena cuarta del segundo acto, la representación se fue hacia arriba. Al incorporarse Bros en la escena siguiente, el idílio lírico continuaba.

El elixir de amor De Gaetano Donizetti

Dirección musical: Paolo Olmi. Dirección escénica: Stephen Lawless. Con Ángeles Blancas, José Bros, Earle Patriarco, Alessandro Corbelli e Isabel Monar. Orquesta Sinfónica de Madrid. Coro de la Comunidad de Madrid. Teatro Real. 20 de mayo.

Ángeles Blancas es una cantante de mucho carácter que, tal vez por los nervios propios del estreno, estuvo atenazada a lo largo de casi toda la función, sin soltura, sin encontrar a su personaje. Mal dirigida escénicamente, se encontró con más de un problema de afinación y con dificultades en las coloraturas. Con facilidad en los agudos, a veces los colocaba con precisión y otras no tanto. Le faltó chispa, espontaneidad, continuidad. Alessandro Corbelli hizo un Dulcamara de gran corrección, pero también de gran monotonía, y en cuanto a Earle Patriarco, el belcantismo no apareció por ninguna parte.

En la Quincena de San Sebastián de 1996, un quinteto vocal español logró maravillar con esta ópera. Al lado de Bros y Monart estaban María Bayo, Carlos Chausson y Carlos Álvarez. ¿Cómo es posible que un festival que hace solamente una ópera al año consiga un reparto muy superior al del Teatro Real?

La escenografía fue atractiva en sus tonos ocres campesinos, luciéndose la dirección de escena más en la distribución de grupos y en los efectos plásticos que en la dirección de actores. El director musical Paolo Olmi fue abucheado ya al aparecer en el segundo acto. Confuso en los concertantes, y aburrido en el desarrollo general de la obra, no logró sacar a flote el carácter vitalista y espontáneo que esta ópera posee.

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