DOS NUEVOS TALENTOS JONDOS

«Cojo cosas de mi padre, pero me fijo en todos»

A sus 17 años, Estrella Morente tiene ya el aval de la afición de Madrid, tan decisiva en flamenco como la de Las Ventas. La cantaora, que vuelve el lunes al Teatro Lara, fue aclamada en su debú por un auditorio emocionado, tras dejar un sello de artista muy personal, que conoce muchos cantes distintos y afronta incluso los más serios (siguiriya, soleá, malagueñas...) sin inmutarse. Su presencia, muy alejada del tópico, y su voz de apariencia frágil pero capaz de alcanzar registros muy poco oídos en el flamenco -el free jazz , el fado, y un rajo cantaor apenas susurrado-, convencieron a varios...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A sus 17 años, Estrella Morente tiene ya el aval de la afición de Madrid, tan decisiva en flamenco como la de Las Ventas. La cantaora, que vuelve el lunes al Teatro Lara, fue aclamada en su debú por un auditorio emocionado, tras dejar un sello de artista muy personal, que conoce muchos cantes distintos y afronta incluso los más serios (siguiriya, soleá, malagueñas...) sin inmutarse. Su presencia, muy alejada del tópico, y su voz de apariencia frágil pero capaz de alcanzar registros muy poco oídos en el flamenco -el free jazz , el fado, y un rajo cantaor apenas susurrado-, convencieron a varios catedráticos . Al primero, a su padre: «Nunca he oído una voz más parecida a la de un pájaro». Después, a Carmen Linares, número uno del escalafón femenino: «¡Qué talentazo!. ¡Ésta nos retira, Enrique!» Y a muchos otros. Al doctor Barros, por «su dominio de la escena»; al editor Juan Verdú, por «la gran cantidad de voces que tiene», y al actor Nicolás Dueñas, «porque tiene mucho mérito cantar por Morente y no parecerse».Ella no niega la enorme influencia que su padre ha ejercido en su formación, aunque la matiza. «Si para otros muchos es un maestro, imagínate para mí que lo tengo en casa. He cogido cosas suyas, claro, pero con los hijos de artistas ya se sabe. Quieres mucho a tus padres, pero tiras por tu lado, intentas no parecerte. Y como él dice, hasta del más malo se aprende algo. Así que yo he procurado fijarme mucho en otros cantaores, antiguos y modernos; conocidos y los menos». En Camarón, «aunque eso es mejor no decirlo porque lo dicen todos». Y en Vallejo, en Marchena, en Cobitos, «pero sobre todo en la Niña de los Peines, que yo creo que es la gran genio».

Más información

Criada entre talentos y libertad, su vocación era más bien un destino: «Hay niños que de pequeños dicen que van a ser esto y luego cambian. Yo no. Ya con cuatro años, mi abuelo, que siempre estaba con la guitarra, me ponía a cantar fandangos. Y en casa de mis padres, igual. Sabía que sería cantaora. Me gustaba también bailar, pero las dos cosas es demasiado. Bastante tengo con lo mío».

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En