Crítica:CANCIÓN

¡Qué arte!

«Vengo contento porque sé que ustedes me esperan», dijo. No era por quedar bien. Cuando está actuando en el resto de Europa pregunta siempre por su gente de España. Martirio le dio sugerente réplica en el bolero Es mejor vivir así y en el aflamencado son de Juliancito (Tu novia te botó). Yomara Portuondo compartió con él Veinte años. Poco importa si algún dedo resbala del traste en su precario armónico o si la voz se le va en alguna frase: Compay Segundo es un artista único. «En español canté y ustedes me han comprendido...», su declaración de afecto, en punto guajiro-son, al país donde pri...

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«Vengo contento porque sé que ustedes me esperan», dijo. No era por quedar bien. Cuando está actuando en el resto de Europa pregunta siempre por su gente de España. Martirio le dio sugerente réplica en el bolero Es mejor vivir así y en el aflamencado son de Juliancito (Tu novia te botó). Yomara Portuondo compartió con él Veinte años. Poco importa si algún dedo resbala del traste en su precario armónico o si la voz se le va en alguna frase: Compay Segundo es un artista único. «En español canté y ustedes me han comprendido...», su declaración de afecto, en punto guajiro-son, al país donde primero se le prestó atención. En pequeños locales, a menudo ante unos pocos espectadores, Compay Segundo y sus muchachos fueron haciéndose poco a poco con un núcleo fiel de seguidores dispuestos al proselitismo más entusiasta.

Compay Segundo

Compay Segundo (segunda voz y armónico), Hugo Garzón (voz solista y maracas), Benito Suárez (guitarra y coros) y Salvador Repilado (contrabajo y coros), con Ernesto Valera (bongós) y Manuel Machado (trompeta). Centro Cultural de la Villa. Madrid, 28 de abril.

La emoción de una noche especial era visible en la espectacular y original pareja de baile que forman Silvio Stevens y Elisa Burgal: del hotel Sevilla, en La Habana, al Palau de Barcelona o el Olimpia de París. También el entrañable Pío Leyva, de 83 años, tenía los sentimientos a flor de piel.«¡Por fin conocí Madrid!», exclamó antes de cantar a dúo con Compay La juma de ayer. De ser cierto que en la isla algunos músicos jóvenes están molestos por el éxito internacional de sus mayores, no sólo demuestran su cortedad de miras -la música cubana es la gran beneficiada-, sino falta de generosidad para quienes malvivían y ahora disfrutan de este último reconocimiento. Quizá fuesen ellos los destinatarios del «hoy, el que no sabe que aprenda» que dejó caer socarrón Pío Leyva.

Compay estuvo sembrado al besar repetida y ruidosamente su instrumento con el fin de escenificar las efusiones de una pareja. Y Juan Perro, Santiaguito Auserón como él le llama, le acompañó en Virgen del Pino. Porque al repertorio del nuevo disco, Lo mejor de la vida, se sumaron otros sones y boleros (Sabroso, Macusa, Chan Chan...) , y hasta La bella cubana, danza melancólica. En Cuba y España, Compay Segundo cantó «para que la gente no se olvide de mí». ¿Quién podría?

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