Editorial:

Talento recuperado

VUELVE A España Mariano Barbacid, después de 24 años de estancia en algunos de los más prestigiosos laboratorios de investigación de Estados Unidos, para dirigir un Centro Nacional del Cáncer que será creado en Madrid. Es una noticia excelente para el mundo de la ciencia y para la sociedad española en general. Barbacid pertenece a esa generación de científicos que, después de formarse en España, no encontraron las condiciones adecuadas, en medios, en ambiente investigador y en organización, para desplegar aquí sus potencialidades como investigadores y emigraron a países que sí se las ofrecían....

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VUELVE A España Mariano Barbacid, después de 24 años de estancia en algunos de los más prestigiosos laboratorios de investigación de Estados Unidos, para dirigir un Centro Nacional del Cáncer que será creado en Madrid. Es una noticia excelente para el mundo de la ciencia y para la sociedad española en general. Barbacid pertenece a esa generación de científicos que, después de formarse en España, no encontraron las condiciones adecuadas, en medios, en ambiente investigador y en organización, para desplegar aquí sus potencialidades como investigadores y emigraron a países que sí se las ofrecían. Un pésimo negocio para nuestro país, que invertía en su formación, pero no recogía los frutos de la misma, y excelente para los países de acogida.Después de haber contribuido de un modo determinante a la investigación sobre el cáncer con el descubrimiento de los oncogenes, Barbacid tiene hoy un prestigio científico indiscutible y sigue desarrollando, al frente de un equipo de colaboradores, líneas del mayor interés en la investigación oncológica. Promover un centro que acoja los equipos y programas científicos en las exigentes condiciones propuestas por Barbacid no era tarea fácil, y que se haya conseguido es un éxito importante del Ministerio de Sanidad.

Si, además, se concretaran las vueltas de Ángel Pellicer al Instituto de Investigaciones Citológicas de Valencia, y de Eugenio Santos a Salamanca, el paso dado en el ámbito de la investigación sobre el cáncer, y de la biología molecular en general, sería enorme.

Ello no debe hacer olvidar la existencia de otros muchos investigadores, sin la relevancia pública de los mencionados, que siguen sin encontrar acomodo en nuestras instituciones de investigación, que seguirán emigrando por falta de oportunidades y cuyo regreso tal vez celebremos dentro de otro cuarto de siglo, tras haber perdido esos mismos años en dinero y oportunidades.

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El gasto en investigación y desarrollo sigue siendo en España escandalosamente pequeño en comparación con nuestros socios / competidores en Europa. Después de una subida sostenida en los fondos destinados a investigación a lo largo de la década de los ochenta, llegamos a principios de los noventa a superar el 0,9% del PIB, todavía menos de la mitad, en términos relativos, de lo que se gastan en promedio los países europeos. Quedaba, por tanto, mucho camino por recorrer, que no sólo se interrumpió, sino que empezó a recorrerse hacia atrás. Hoy, ese porcentaje se sitúa en los alrededores del 0,8%, lo que imposibilita afrontar una política de investigación con la ambición necesaria en el mundo de hoy.

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