EL LEGADO DE RAMÓN SAMPEDRO

El episcopado ve el debate de la eutanasia como una "batalla jurídica y publicitaria"

Su documento califica de "retroceso" lo que se quiere vender como una "novedad

No quieren juzgar a nadie -"sólo Dios puede condenar a las personas"-, ni "imponer nada". La Conferencia Episcopal, según su portavoz, José Sánchez, sólo desea hacer reflexionar sobre la eutanasia a católicos y no católicos "para que su alegría sea completa". Para ello ha elaborado un documento titulado La eutanasia es inmoral y antisocial, que incluye la definición de la reciente discusión sobre el "derecho a la muerte digna" como una "batalla jurídica y publicitaria".

El documento fue aprobado por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal el pasado 19 de febrero, pero no ...

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No quieren juzgar a nadie -"sólo Dios puede condenar a las personas"-, ni "imponer nada". La Conferencia Episcopal, según su portavoz, José Sánchez, sólo desea hacer reflexionar sobre la eutanasia a católicos y no católicos "para que su alegría sea completa". Para ello ha elaborado un documento titulado La eutanasia es inmoral y antisocial, que incluye la definición de la reciente discusión sobre el "derecho a la muerte digna" como una "batalla jurídica y publicitaria".

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El documento fue aprobado por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal el pasado 19 de febrero, pero no fue hasta ayer cuando se hizo público en una rueda de prensa encabezada por José Sánchez, Juan Antonio Martínez Camino y el presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Lesionados Medulares y de Grandes Minusválidos, Alberto de Pinto.El texto consta de cinco partes donde pueden leerse subtítulos como éstos: "Denunciamos una campaña engañosa en favorde la eutanasia", "La eutanasia es un grave mal moral", "El mal moral de la eutanasia compromete la vida en común", "La fe en Jesucristo, fuerza para vivir y morir dignamente", y "En favor de una muerte buena y digna". Es en la primera donde los obispos fijan su posición sobre el debate que se ha producido en España después de la muerte del tetrapléjico Ramón Sampedro.

Tras afirmar que "determinados condicionamientos psicológicos, culturales y sociales" pueden llevar a realizar acciones que contradicen "radicalmente la inclinación innata de cada uno a la vida, atenuando o anulando la responsabilidad subjetiva", los prelados dicen: "No se puede negar la existencia de una batalla jurídica y publicitaria. Es esta postura pública la que tenemos que enjuiciar y denunciar como equivocada en sí misma y peligrosa para la convivencia social. Una cosa son la conciencia y las decisiones personales y otra lo que se propone como criterio ético y legal para regular las relaciones, entre los ciudadanos.

Refiriéndose a Sampedro, y aunque haya sido puesto machaconamente ante los ojos de todos", el documento lo define como un caso raro. "Los tetrapléjicos no están deseando morir ni, mucho menos, pidiendo que los eliminen -'todavía hay Alberto para 101 años', dijo De Pinto- ( ... ) La imagen que se ha dado de estas personas con el caso mencionado no corresponde a la realidad".

Para los obispos españoles, una de las "argucias" de la "lucha por el reconocimiento social y legal de la eutanasía" ha sido "hacer pasar por normal y común lo que es extremo y raro. Porque para lo extremo y raro no haría falta legislar". De ahí que se presente como "novedad y progreso" lo que, a su juicio, es más bien un "retroceso". "Lo que hace unos años era un crimen ahora es aceptable, y como tal va penetrando en las leyes", agregó Sánchez.

En general, todos los enunciados del documento presentado por el episcopado español coinciden en una idea nada nueva en la historia de la Iglesia: "La muerte no debe ser causada pero tampoco absurdamente retrasada". No se aprueba ninguna acción u omisión que "por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor", pero sí la "administración adecuada de calmantes (aunque ello tenga como consecuencia el acortamiento de la vida) o la renuncia a terapias desproporcionadas que retrasan forzadamente la muerte a costa del sufrimiento del moribundo". Esto, aunque parece referirse a a las llamadas "eutanasia indirecta" y "eutanasia pasiva", la Iglesia prefiere no definirlo así.

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