El precio de las telecomunicaciones en Europa casi triplica el de EE UU

Los costes industriales son muy superiores para las empresas europeas que para las estadounidenses, según revela la patronal europea UNICE en un estudio publicado ayer. El caso más grave es el de las telecomunicaciones, que duplican y triplican en la Unión Europea el precio de EE UU. En España, el precio de las comunicaciones internacionales quintuplica el de EE UU. La patronal reclama más liberalización y reducción de los costes laborales.

El coste de la mayoría de los factores productivos es superior en Europa, con lo que la capacidad de competencia de la UE -eso que llaman competitiv...

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Los costes industriales son muy superiores para las empresas europeas que para las estadounidenses, según revela la patronal europea UNICE en un estudio publicado ayer. El caso más grave es el de las telecomunicaciones, que duplican y triplican en la Unión Europea el precio de EE UU. En España, el precio de las comunicaciones internacionales quintuplica el de EE UU. La patronal reclama más liberalización y reducción de los costes laborales.

El coste de la mayoría de los factores productivos es superior en Europa, con lo que la capacidad de competencia de la UE -eso que llaman competitividad- se ve mermada, lamentó el presidente de UNICE, François Périgot.Pero, en general, la diferencia no es superior al 50%. Así, los productos energéticos cuestan un promedio del 47% más en Europa. Ese promedio esconde también diferencias muy notables: mientras los combustibles sólidos cuestan en Europa el triple que en EE UU la electricidad es casi el doble de cara y la diferencia en el gas natural es bastante modesto. También el transporte es un 40% más costoso. Un kilómetro de transporte de mercancías suponía en 1996 el desembolso de un dólar en la UE para sólo 0,7 dólares en EE UU.

El ámbito de las telecomunicaciones, es el que registra las diferencias más escandalosas, lo que resulta grave absoluta y relativamente, porque constituyen un factor clave de innovación. El acceso a Internet cuesta menos de la mitad en EE UU. 20 horas de acceso mensual fuera de los períodos punta cuestan en EE UU 13,9 dólares y 31,7 dólares en la UE.

También el doble (1,49 ecus en EE UU por tres ecus en Europa, cifras de 1997) cuestan las comunicaciones por telefonía móvil. Las llamadas telefónicas convencionales de larga distancia se llevan la palma, con una diferencia de más del triple: 0,60 dólares en EE UU por 1,87 en la UE (medidas sobre la base de 10 minutos y 100 kilómetros).

Pero esas mismas diferencias existen, ampliadas, en el seno de los Quince. Mientras los costes telefónicos de larga distancia en Suecia (0,63 dólares), el Reino Unido (0,74) y Holanda (0,84) -los países más liberalizados en este sector- son sólo muy ligeramente superiores a los estadounidenses, (0,60 dólares), todos los demás los triplican largamente. Con dos excepciones que bordean la catástrofe. La peor, España, que los quintuplica (3,02 dólares), seguida a corta distancia de Austria (2,93 dólares).

Para solucionar estos desfases, la UNICE propone el perfeccionamiento del mercado único, acelerar la liberalización, mayor dureza contra las ayudas estatales que falsean la competencia y una amplia reforma que aligere la regulación del sector.

El desfase competitivo es también muy patente en otros ámbitos decisivos para la innovación. La UE dedica el 2% de su producto interior bruto (PIB) a investigación y desarrollo, EE UU el 2,7% y Japón el 2,9%. Y las inversiones europeas en tecnologías de la información alcanzan sólo el 4,5% del PIB de Europa occidental (los Quince más Suiza y Noruega), contra el 5,7% en EE UU. España es el farolillo rojo, por detrás de Italia, Grecia y Portugal.

La UNICE señala también otros desfases, sobre todo la presión fiscal y los costes laborales. El conjunto de éstos (cotizaciones a la Seguridad Social, impuestos sobre salarios, IRPF e IVA) supone el 57% del coste de la mano de obra en Europa, frente al 37% en EE UU. Un obrero belga debe trabajar hasta final de agosto para financiarlos, mientras a su colega estadounidense le basta hacerlo hasta principios de mayo.

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