Editorial:

Ganando mercados

EL ÚLTIMO informe del Banco de España aporta la primera estimación de lo que ha sido el crecimiento de la economía española en 1997. El próximo día 25 los datos de contabilidad nacional del INE confirmarán probablemente estas estimaciones, expresivas de una clara reactivacion, con una tasa de crecimiento del PIB en el entorno del 3,3% y de un relevo en el liderazgo de los factores de crecimiento. El gasto familiar ha ido aumentando gradualmente hasta convertir la demanda interna en el factor más importante de crecimiento.Pero ese protagonismo de la demanda interna en modo alguno puede oscurece...

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EL ÚLTIMO informe del Banco de España aporta la primera estimación de lo que ha sido el crecimiento de la economía española en 1997. El próximo día 25 los datos de contabilidad nacional del INE confirmarán probablemente estas estimaciones, expresivas de una clara reactivacion, con una tasa de crecimiento del PIB en el entorno del 3,3% y de un relevo en el liderazgo de los factores de crecimiento. El gasto familiar ha ido aumentando gradualmente hasta convertir la demanda interna en el factor más importante de crecimiento.Pero ese protagonismo de la demanda interna en modo alguno puede oscurecer el comportamiento del sector exterior, que ha seguido contribuyendo al crecimiento, y, lo que es más importante, a consolidar la internacionalización de las empresas españolas mediante la realización de importantes proyectos de inversión directa en el exterior. Si persiste esta tendencia, estaríamos ante una transformación muy favorable en el comportamiento de un número creciente de empresas.

Las exportaciones de las empresas españolas siguen creciendo a tasas significativas, aun cuando ese propio crecimiento y la reactivación de la demanda interna estén empujando a un mayor ritmo a las importaciones, ampliando así el déficit comercial. Ese dinamismo exportador, observable desde hace más de dos años, y el excelente comportamiento de los ingresos procedentes del turismo van a determinar un nuevo excedente en la balanza por cuenta corriente. Todo ello en condiciones de una acusada estabilidad del tipo de cambio de la peseta frente a las monedas de sus principales socios comerciales, los países de la UE y futuros miembros del área euro. Las empresas españolas están ampliando sus cuotas de mercado en el exterior en un entorno de tipo de cambio estable, sin necesidad de recurrir a las socorridas devaluaciones de la peseta. Es una gran noticia en vísperas de la transición a la unión monetaria.

En ese contexto hay que analizar el crecimiento de las inversiones directas hasta niveles desconocidos. Los dos billones de pesetas de inversión directa en el exterior, en adquisiciones de empresas o en su creación, superan en un 56% la correspondiente a 1996 y en más del cien por cien la de 1995. Aun cuando esa presencia inversora en el exterior siga estando muy concentrada sectorial y geográficamente, habrá de facilitar la subsiguiente de otras empresas de menor tamaño, afianzando a su vez el crecimiento de las ventas al exterior. Las inversiones españolas en América Latina han sido durante el año pasado más importantes que las de los tradicionales invelsores en aquella región como Estados Unidos, contribuyendo al fortalecimiento de sectores clave en aquellas economías y, en cierta medida, a arrastrar a otras empresas españolas de menor tamaño.

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A las empresas de servicios públicos (eléctricas, con un marcado liderazgo reciente de Endesa, además de la tradicional presencia de Telefónica) y a las de servicios financieros (banca y seguros) empiezan a sumarse las de otros sectores (cemento, vehículos industriales, fundición de aceros, servicios ... ), que son premonitorias de una mejora en los mercados exteriores. En estos signos es donde hay que buscar las expectativas de mejora de la economía española, más que en el impulso del ciclo económico. Tanto más si tenemos en cuenta la ausencia de incentivos específicos de que han dispuesto las empresas -más allá del importante saneamiento financiero de estos dos últimos años- Habrán de ser estos cambios en la forma de conducir las empresas los que garanticen en mayor medida la capacidad de la economía española para crecer y resistir cualquier perturbación externa en el seno de la venidera unión monetaria.

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