Crítica:'EL CÍRCULO PERFECTO'

La guerra en Sarajevo

En una de las primeras escenas de El círculo perfecto, un personaje secundario le dice al protagonista que nunca hay que ser el tercero al atravesar una zona peligrosa. "Al primero lo ven, con el segundo apuntan y al tercero lo matan". En este clima, a medio camino entre el más crudo realismo y una oculta carga de ternura, pero también con unas pinceladas de humor negro y una cierta poética, se desarrolla una de las películas que mejor describe el largo asedio sufrido por, la ciudad de Sarajevo durante la guerra de los Balcanes.Los personajes principales son: un poeta que ha conseguido que su ...

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En una de las primeras escenas de El círculo perfecto, un personaje secundario le dice al protagonista que nunca hay que ser el tercero al atravesar una zona peligrosa. "Al primero lo ven, con el segundo apuntan y al tercero lo matan". En este clima, a medio camino entre el más crudo realismo y una oculta carga de ternura, pero también con unas pinceladas de humor negro y una cierta poética, se desarrolla una de las películas que mejor describe el largo asedio sufrido por, la ciudad de Sarajevo durante la guerra de los Balcanes.Los personajes principales son: un poeta que ha conseguido que su mujer y su hija salgan de la ciudad; un niño de siete años y su hermano mudo de nueve, perdidos, a los que el primero halla un día en su casa y trata de echar, pero a los que cada vez se encuentra más unido; y un perro cojo. La historia narra el deambular del hombre, los niños y el perro por una ciudad presidida por la muerte.

Savrseni krug

Director: Adernir Kenovic. Guionistas: Ademir Kenovic, Abdulan Sidran, Pjer Zalica. Fotografía: Milenko Uherka. Bosnia, Francia, 1997. Intérpretes: Mustafa Nadarevic, Almedin Leleta, AInúr Podgorica. Estreno en Madrid: Ideal (VOS).

El interés de El círculo perfecto reside en la habilidad de Ademir Kenovic para conseguir que estos personajes, que no tienen mucho interés y cuya mezcla podría haber llegado a ser explosiva en otro contexto, pierdan sus connotaciones negativas para constituir el reflejo de una disparatada forma de vida distorsionada por la guerra.

Dentro del clima de pesadilla en que viven los fantasmas que habitan una ciudad que se deshace, también logra Kenovic que funcionen con perfección los imaginarios diálogos del poeta con su mujer y su hija ausentes, así como su obsesión por ahorcarse.

Sin embargo, no todo es bueno en el trabajo de Kenovic. Al comienzo de su relato sus excesivamente románticos personajes se separan demasiado del brutal decorado ante el que se mueven, y tardan un rato en integrarse, en ser literalmente engullidos por él. Además la historia resulta algo larga y tiene un bache poco antes de llegar a su final.

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