Yeltsin vuelve al hospital tres horas despúes de ser dado de alta entre rumores sobre su salud

Borís Yeltsin había anunciado que abandonaría el lunes el sanatorio en el que fue internado el día 10, y que volvería al trabajo en el Kremlin. Cumplió y no cumplió su promesa. Es cierto que pasó tres horas en su despacho de la impresionante fortaleza del centro de Moscú, pero luego su caravana de vehículos, en la que no faltaba la habitual ambulancia con equipo de reanimación, deshizo el camino y le volvió a depositar en Barvija. Si el objetivo era acallar rumores y lanzar un mensaje de tranquilidad, lo único que se logró fue aumentar la ceremonia de la confusión.

El portavoz de Ye...

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Borís Yeltsin había anunciado que abandonaría el lunes el sanatorio en el que fue internado el día 10, y que volvería al trabajo en el Kremlin. Cumplió y no cumplió su promesa. Es cierto que pasó tres horas en su despacho de la impresionante fortaleza del centro de Moscú, pero luego su caravana de vehículos, en la que no faltaba la habitual ambulancia con equipo de reanimación, deshizo el camino y le volvió a depositar en Barvija. Si el objetivo era acallar rumores y lanzar un mensaje de tranquilidad, lo único que se logró fue aumentar la ceremonia de la confusión.

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El portavoz de Yeltsin, Serguéi Yastrzhembski, tuvo que volver a hacer encaje de bolillos para explicar que todo marcha según lo previsto. "La salud del presidente es normal", declaró. "Los médicos prometieron que pasaría 10 o 12 días en el sanatorio y eso es lo que ocurrido". La afirmación es objetable desde dos aspectos: no han sido 11 días, sino 13, y ha vuelto a Barvija. Eso sí, el plan es que, en los próximos días vaya a su despacho para trabajar a tiempo parcial.Ayer, el líder del Kremlin se entrevistó con el jefe de su administración, Valentín Yumáshev, y con otros miembros de su equipo con los que, presumiblemente, trató de dos inmediatas e importantes citas: el debate hoy en la Duma del presupuesto, en segunda lectura, y la mesa redonda con el primer ministro, los líderes políticos y los presidentes de las dos Cámaras del Parlamento prevista para el viernes y en la que se discutirá sobre la polémica ley de la tierra.

"¿Quién creen ustedes que tenía la última palabra? Borís Ninolaiévich, por supuesto", dijo, sonriendo, Yastrzhembski para explicar por qué Yeltsin decidió no hacer caso a los médicos, que le recomendaban prolongar su estancia en el sanatorio. "La mejor medicina para el presidente", añadió, "es la vuelta al trabajo". Pero la forma peculiar en que se ha producido ésta no va a cortar la cadena de especulaciones que apuntan a que Yeltsin tiene problemas mucho más importante que esa oficial "aguda infección viral respiratoria", producto de un resfriado, que le quitó de la circulación el día 10. Su comportamiento, los frecuentes despistes en su viaje a Suecia y algunos descabellados anuncios que tuvieron que ser desmentidos por sus ministros alimentan todavía más la sospecha.

Aunque los rumores no sean noticia, algunos terminan siéndolo, especialmente en el caso de la salud de los dirigentes soviéticos y, hoy, del presidente ruso, cuyo entorno ocultó en el verano de 1996 que Yeltsin había sufrido uno o dos ataques cardiacos y, en febrero de este mismo año, calificó de resfriado a toda una pulmonía doble.

Ahora, algún medio de comunicación ha hablado de espasmo de las venas del cerebro y, en un programa de televisión, un médico llegó a hablar de arteriosclerosis cerebral. Incluso se habla en voz bajá de demencia senil o Alzheimer.

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Yastrzhembski no aclaró hasta cuando seguirá Yeltsin con este trabajo a media jornada ni cuando abandonará definitivamente el sanatorio, pero sí aclaró que tiene previsto pasar en familia el fin de año (que en Rusia se celebra más que la Navidad), en su residencia de Gorki-9, cerca de Moscú. Yeltsin, dijo su portavoz, "estará muy ocupado" hasta entonces, pero lo más probable es que después se tome unas vacaciones que, muy probablemente, sean en realidad la continuación de su convalecencia.

Viaje de Clinton

Yastrzhemski aseguró, por otra parte, que el presidente norteamericano, Bill Clinton, viajara oficialmente a Moscú el año próximo, y que los equipos de los dos países están intentando fijar la fecha. La misma fuente dijo que el viaje no está condicionado a que la Duma ratifique previamente el tratado START II de limitación de armas nucleares estratégicas, que está bloqueado, pero señaló que, en tal caso, la visita sería "más fructífera".El extraño retorno de Yeltsin al Kremlin distrajo un tanto la atención de la comparecencia ante los periodistas del ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov, quien afirmó que los intentos rusos de construir una "asociación estratégica" con Occidente ha perdido lustre por el intento, inadmisible para Moscú, de que la relación se haga sobre la base de "patrón y cliente". Primakov, fortalecido por su reciente éxito en desactivar la última crisis con Irak, afirmó con orgullo: "Rusia, no sólo tiene su propia identidad en política exterior y su propia bandera, sino que también mantiene su papel como protagonista de la política internacional". Yeltsin, en un mensaje dirigido ayer a Clinton, se mostró más optimista al ensalzar la "efectiva cooperación ruso-norteamericana", sin la cual, dijo, "ningún gran problema internacional puede resolverse con éxito".

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