Una triunfal actuación

En su primera temporada, diseñada en gran parte por Lissner, el Teatro Real abrió sus puertas a la formación completa del Teatro de la Moneda de Bruselas para presentar un excelente Peter Grimes, primer título importante de Britten que sentó las bases de lo que sería su producción teatral. El éxito respondió a la gran calidad del espectáculo y a la belleza de la obra que en 1991 se dio por primera vez en Madrid en el teatro de la Zarzuela, según producción de la WeIs National Opera.Ha pasado más de medio siglo desde el estreno de Peter Grimes y a la altura de los tiempos que corr...

En su primera temporada, diseñada en gran parte por Lissner, el Teatro Real abrió sus puertas a la formación completa del Teatro de la Moneda de Bruselas para presentar un excelente Peter Grimes, primer título importante de Britten que sentó las bases de lo que sería su producción teatral. El éxito respondió a la gran calidad del espectáculo y a la belleza de la obra que en 1991 se dio por primera vez en Madrid en el teatro de la Zarzuela, según producción de la WeIs National Opera.Ha pasado más de medio siglo desde el estreno de Peter Grimes y a la altura de los tiempos que corren, con el siglo XX en la última vuelta del camino, puede constatarse que pertenece al gran repertorio y que para hablar de ella debemos olvidar el término manoseado de eclecticismo.

En Peter Grimes aparece un tema muy querido por Brittenel de los niños. Y como en otras ocasiones, el músico parte de un poema descriptivo bastante lejano: El burgo, de George Crabbe, nacido en el año 1754 en Aldeburgh. Es precisamente esa villa, que tanta significación iba a tener en la biografía de Britten, la que el escritor investiga y retrata a lo largo de 25 cartas, una de las cuales, la número 22, utilizan el libretista Slater y el compositor para su ópera.

Peter Grimes es para Claude Rostand la obra escénica más auténtica, perfecta y más inglesa de Britten, en tanto el italiano Andrea Lanza especifica el valor de la partitura por su "adherencia a los valores semánticos y al ritmo interno de la palabra, la preeminencia de las partes vocales articuladas en una trama de aria y airosos concertados y el relieve dramático de los preludios e interludios sinfónico-corales". Y es que ese protagonismo del coro, representante del pueblo, se alza, desde Musorski, como dato característico del operismo del siglo XX. Tratándose de la vida en una aldea marina, con los pequeños o grandes problemas en torno a la pasión religiosa, la vida de labor o de fiesta tocada de erotismo, la murmuración acusatoria y la presencia de la muerte, Britten airea sus pentagramas con vientos tradicionales y formas pretéritas más recuperadas que arcaizantes. El conjunto no solamente es bello y funcional sino decididamente original.

En la producción del conjunto beIga el trabajo de todos se unificó en beneficio de la sustancia, el ambiente dramático, la evocación poética y la oscura angustia, desde la simplicidad grandiosa de los escenarios al inteligente juego de luces pasando por un movimiento escénico que parecía polifonía viviente.

El tenor William Cochran, en el personaje central; la soprano Susan Chilcott, la maestra de escuela; el barítono Victor Braun, marino retirado, o la contralto Anne Collins, tabernera de El Jabalí, encabezaron el magnífico reparto asistidos por un brillante cortejo de segundas partes y una crecida figuración.

Estuvieron esplendorosos los coros, y prestó la orquesta su servicio con prontitud y exacta integración a las órdenes del maestro Pappano, dueño de todas las condiciones para hacer buen teatro lírico.