Veinte miradas a la propia muerte

El Macba exhibe una selección de autorretratos de artistas contemporáneos en los últimos años de su vida

La exposición lleva el significativo título de La última mirada y se inauguró ayer en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Reúne 20 autorretratos, en su mayoría dibujos, realizados por 14 artistas contemporáneos en los últimos años de su vida, cuando ya olfateaban el efluvio de su propia muerte. Casi todos, además, fueron longevos. Picasso, por ejemplo, tenía 92 años cuando se autorretrató como una calavera, y Kokoschka, Bacon, Matisse, Munch y Nolde eran octogenarios. La parca no podía sorprenderles.

"Lo que impresiona de estas obras es la importancia de la mirada, que ...

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La exposición lleva el significativo título de La última mirada y se inauguró ayer en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Reúne 20 autorretratos, en su mayoría dibujos, realizados por 14 artistas contemporáneos en los últimos años de su vida, cuando ya olfateaban el efluvio de su propia muerte. Casi todos, además, fueron longevos. Picasso, por ejemplo, tenía 92 años cuando se autorretrató como una calavera, y Kokoschka, Bacon, Matisse, Munch y Nolde eran octogenarios. La parca no podía sorprenderles.

"Lo que impresiona de estas obras es la importancia de la mirada, que parece expresar serenidad o tristeza, pero nunca miedo o angustia", señala Pedro Azara, comisario de esta exposición de pequeño formato que estará abierta hasta el 6 de enero de 1998. La última mirada está integrada por sólo 20 obras -óleos, dibujos y grabados-, si bien sus diversas procedencias la convierten en una ocasión única de contrastar las diferentes versiones que del mismo tema realizaron entre 1940 y 1980 pintores muy dispares. Reúne sendos autorretratos de Joaquim Torres García, Antonin Artaud, Käthe Kollwitz, Oskar Kokoschka, Edward Munch, Emil Nolde, Pierre Bonard, Pablo Picasso y Arnold Schönberg. De Francis Bacon se exhibe un autorretrato triple; de Max Beckmann y Julio González, dos piezas de distinta época, y de Alberto Giacometti y Henri Matisse, tres dibujos que permiten rastrear la evolución de su mirada hacia sí mismos.El montaje es clásico, si bien el color dorado de algunas paredes remite simbólicamente a los iconos de las iglesias bizantinas, uno de los referentes históricos -junto con los retratos romano-egipcios de Al Fayum y la imagen de Cristo de la Santa Faz- que utiliza el comisario para explicar estas obras.

"Siempre me, había fascinado la obra tardía de los artistas", comenta Azara. "Dicen que los grandes son mejores al final y que, además, sus obras más extraordinarias son los autorretratos". De hecho, aclara Azara, los autorretratos tardíos de Rembrandt y El Greco fascinaron a artistas como Giacometti y Kokoschka, por citar algunos. "Quería ver si esta misma idea funcionaba en el arte contemporáneo. Y es así, no sólo aparece esta serenidad en los rostros, sino que en ellos hay constantes referencias a los modelos anteriores". Según Azara, los artistas representados o eran expresionistas o estaban cercanos a esta corriente. Casi todos se reflejan a sí mismos de frente, y la mirada o la ausencia de ésta es el elemento dominante.

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