Crítica:CINE

A pesar de Sophie Marceau

La conocida novela Anna Karenina, publicada en 1877 por León Tolstoi, es origen de tres famosas películas. Una británica rodada por Julien Duvivier en 1957, con Vivien Leigh, además de dos norteamericanas protagonizadas por Greta Garbo, una muda, titulada Love (1927), realizada por Edmund Goulding, y la sonora, dirigida en 1935 por Clarence Brown.Sin tener en cuenta a tan ilustres antecesoras, el director y guionista británico Bernard Rose se enfrenta a una nueva versión de Anna Karenina con la audacia que da la ignorancia, para salir derrotado de la empresa. Con unas ansi...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La conocida novela Anna Karenina, publicada en 1877 por León Tolstoi, es origen de tres famosas películas. Una británica rodada por Julien Duvivier en 1957, con Vivien Leigh, además de dos norteamericanas protagonizadas por Greta Garbo, una muda, titulada Love (1927), realizada por Edmund Goulding, y la sonora, dirigida en 1935 por Clarence Brown.Sin tener en cuenta a tan ilustres antecesoras, el director y guionista británico Bernard Rose se enfrenta a una nueva versión de Anna Karenina con la audacia que da la ignorancia, para salir derrotado de la empresa. Con unas ansias de realismo que le hacen incluir tímidas escenas de sexo, un aborto y la drogodependencia de la protagonista, pero también rodar en los auténticos y suntuosos palacios de Moscú y San Petersburgo, donde transcurre la acción.

Anna Karenina

Director y guionista: Bernard Rose. Fotografía: Daryn Okada. Música: Georg Solti. Reino Unido, 1997.Intérpretes: Sophie Marceau, Sean Bean, Alfred Molina. Estreno en Madrid: Callao, Carlos III, Bristol, Conde Duque, Ciudad Lineal, Odeón.

Su tan falso como elaborado estilo, apoyado en grandes movimientos de cámara, pequeñas vueltas hacia detrás, sueños, planos rodados con la llamada cámara lenta, subrayado con música de Chaikovski y Rachmaninov, poco ayuda a reflejar la pasión de esta mujer rusa del pasado siglo.

El realizador Bernard Rose, cada vez más alejado de sus primeras y más interesantes películas de ficción científica, se mueve con dificultad entre esta historia de otra época, cuyo ambiente reconstruye con fidelidad, pero cuyo espíritu se le escapa.

Nada consciente de sus limitaciones, Bernard Rose compone elaborados y barrocos planos, visualmente atractivos gracias a la buena fotografía de Daryn Okada, pero que ahogan los dramáticos amores entre el disoluto capitán Vronsky y la sensible y enamoradiza Anna Karenina, hasta convertirlos en fantasmales. Sólo la excelente Sophie Marceau, que se convierte en el alma de esta nueva versión de Anna Karenina, logra salvar el conjunto del desastre.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En