Crítica:CINE

Amor límite

Un informático paranoide conoce en un centro de asistencia a un esquizofrénica que mantiene una peculiar relación, a través de un programa televisivo, del tipo de la Ruleta de la Fortuna, con una divinidad a la que sólo ella conoce y que le envía mensajes cifrados a través de las adivinanzas que deben resolver los concursantes. Entre ambos nace un tormentoso amor, origen de un melodrama de corte clásico, tan clásico como ni siquiera se imaginaron los magnates del Hollywood clásico.Dos héroes de melo enfermos, indefensos ante el mundo, reúnen alrededor suyo toda la empatía potencial a qu...

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Un informático paranoide conoce en un centro de asistencia a un esquizofrénica que mantiene una peculiar relación, a través de un programa televisivo, del tipo de la Ruleta de la Fortuna, con una divinidad a la que sólo ella conoce y que le envía mensajes cifrados a través de las adivinanzas que deben resolver los concursantes. Entre ambos nace un tormentoso amor, origen de un melodrama de corte clásico, tan clásico como ni siquiera se imaginaron los magnates del Hollywood clásico.Dos héroes de melo enfermos, indefensos ante el mundo, reúnen alrededor suyo toda la empatía potencial a que aspira un género que ha hecho de enfermos e indefensos sus principales bazas identificadoras. No obstante, y con habilidad, su director, el australiano Michael Rymer, huye como de la peste de las trampas que se le plantean a un producto así.

Angel Baby

Dirección y guión:Michael Rymer.Australia,1995.Intérpretes: John Lynch, Jacqueline McKenzie. Madrid: Ideal (V: 0.)

Como el género requiere, el film alterna la placidez con las explosiones de tensión, mucho más dramáticas éstas de lo habitual por la imprevisibilidad de las reacciones de los personajes; y consigue lo que se propone: una identificación casi sin condiciones del respetable con estos dos personajes, mucho más tiernos y desamparados que la media del género.

Le falta alguna distancia respecto de los delirios de ambos, por ejemplo, en la cuestión del programilla televisivo, que termina resultando de lo más pesado. Y le sobra una vuelta de tuerca final, inmediatamente anterior a la clausura del relato, en exceso melodramática y que casi da al traste con la frágil credibilidad sobre la que se asienta el conjunto del film.

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