Crítica:CINE

Un interesante filme policiaco

El punto de partida de Cuestión de suerte es una olvidada y voluminosa novela de la escritora francesa Françoise Sagan, que ha sufrido considerables modificaciones en manos de los guionistas, Carlos Pérez Merinero y Luis Marías, hasta quedar muy poco, casi nada, del original. Convertida en algo más que tina excusa para hacer una narración policiaca, en la medida en que hay un par de muertos y un robo, su interés reside en que encierra otras muchas cosas, pero que no acaban de estar bien integradas en el desarrollo dramático de la historia.A pesar de que se trata de la mejor película de ...

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El punto de partida de Cuestión de suerte es una olvidada y voluminosa novela de la escritora francesa Françoise Sagan, que ha sufrido considerables modificaciones en manos de los guionistas, Carlos Pérez Merinero y Luis Marías, hasta quedar muy poco, casi nada, del original. Convertida en algo más que tina excusa para hacer una narración policiaca, en la medida en que hay un par de muertos y un robo, su interés reside en que encierra otras muchas cosas, pero que no acaban de estar bien integradas en el desarrollo dramático de la historia.A pesar de que se trata de la mejor película de Moleón, está muy bien rodada y maneja elementos interesantes, ciertas cosas no acaban de estar resueltas y otras no caben dentro del conjunto. Funcionan muy bien las relaciones del protagonista con dos jóvenes hermanas y con una misteriosa mujer francesa, mientras los móviles policíacos, el robo, los asesinatos, resultan un tanto convencionales.

Cuestión de suerte

Dirección: Rafael Moleón. Guión: Pérez Merinero, Luis Marías. España, 1996. Intérpretes: Eduardo Noriega, Anna Galiena, Leire Berrocal, Marta Belaustegui, Simón Andreu, Ion Gabella. Madrid: Callao, Lido, Renoir.

Gracias a la habilidad de Moleón para dirigir actores y al buen trabajo de la mayoría de ellos, la película se ve con agrado. En primer lugar se sitúan Leire Berrocal y Marta Belaustegui, que encaman a las hermanas, seguidas de Anna Galiena, un tanto desaprovechada, y de Eduardo Noriega, que se limita a hacer de guapo.

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