"Los actores no son vacas a las que les pongo la marca", dice Almodóvar

El director manchego rueda 'Carne trémula' en Madrid

"Es como una Jerusalén recién destruida o un Sarajevo recién bombardeado". El director de cine Pedro Almodávar describe así el escenario donde se ruedan algunas escenas de Carne trémula: una chabola de hojalata en el barrio madrileño de LaVentilla, rodeada de escombros y de hierba que crece salvaje a la sombra de la Puerta de Europa, el emblemático edificio de las torres KIO. El rodaje de la película número 12 de la carrera de este realizador, con un presupuesto cercano a los 600 millones de pesetas, dura ya más de dos semanas.

No disimula Almodóvar su satisfacción por el reparto. Todos...

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"Es como una Jerusalén recién destruida o un Sarajevo recién bombardeado". El director de cine Pedro Almodávar describe así el escenario donde se ruedan algunas escenas de Carne trémula: una chabola de hojalata en el barrio madrileño de LaVentilla, rodeada de escombros y de hierba que crece salvaje a la sombra de la Puerta de Europa, el emblemático edificio de las torres KIO. El rodaje de la película número 12 de la carrera de este realizador, con un presupuesto cercano a los 600 millones de pesetas, dura ya más de dos semanas.

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No disimula Almodóvar su satisfacción por el reparto. Todos los actores se estrenan con el director de Tacones lejanos. Será el primer filme suyo en el que no interpreta algún papel Rossi de Palma, Chus Lampreave o Bibi Andersen. Para Almodóvar, los de ahora "son nombres muy sonoros y van muy bien para los personajes. Todos son nuevos para mí, procuro traerles a mi terreno suavemente, aunque también me adapto a ellos".El director de Matador, que ya ha dicho en más de una ocasión que él mismo se ve obligado a escapar de de su propio estigma, ya ha visto publicados los primeros reportajes sobre los nuevos chicos Almodóvar. "Si eso les sirve, yo encantado, pero ellos tienen sus propios apellidos. No son vacas a las que les pongo la marca de la fábrica", aclara.

Los inicios del rodaje de Carne trémula no fueron nada fáciles. "Ha sido duro arrancar", dice Almodóvar. "La búsqueda de decorados, muchos y muy distintos, y la sustitución del protagonista -Jorge Sanz quedó fuera del filme después de tres meses de ensayos y en su lugar se fichó a Liberto Rabal- nos retrasaron en un principio, pero ahora todo va fluido dentro del barullo que supone rodar una película". Su actividad durante el rodaje es frenética. Tan pronto repara en que se nota que los calzoncillos tendidos a la puerta de la chabola no parecen usados, como que un picaporte ha quedado torcido, tras ser golpeada la puerta por el policía Sancho -"Conozco su manera de aporrear las puertas", había dicho frente a la cámara un momento antes su esposa en Carne trémula-, 9 le coloca unas gafas de sol a Angela Molina justificándose con un "tenías un focazo encima".

Almodóvar es de los directores que habla mucho, antes y después de cada escena. Explica e interpreta cada toma. "¡Ojo con lágrima, teta y pistola! Mírala así y por ese orden. Tienes que mirarla como si la palparas. El primer momento es de tensión, pero luego recapacitas 'está aquí y está normal. No ha cogido ninguna botella, no está borracha", le aconseja al policía Sancho, quien le responde, nada más finalizar la secuencia: "No sé cómo habrá quedado, pero yo, la he querido mucho".

Todo el equipo, integrado por cerca de 50 personas, con Almodóvar a la cabeza, es consciente de que las cosas, tras más de dos semanas de rodaje y con dos más pendientes, marchan sobre ruedas. Como ejemplo el caso de Liberto Rabal y Javier Bardem. Los dos protagonistas no tenían ninguna escena prevista esa tarde, pero estuvieron allí todo el rato, ensayando el guión, peleando con unas botellas o haciendo imitaciones de voces. Rabal mira a Bardem como si fuera un héroe, se nota que le admira, y el otro le trata como si fuera un hermano pequeño al que apoda potrillo".

"Se me nota mucho cuando las cosas no funcionan en el rodaje. Me pongo absolutamente irritable", reconoce el director de La ley del deseo, un controlador absoluto de todo lo que sucede en su entorno. "No me doy cuenta de lo que ocurre fuera de la película, es como si, viviera en una ciudad concreta o dentro de un lugar aislado del resto del mundo. No hay nada más alienante que un rodaje, porque pierdo la perspectiva, incluso con respecto a mí mismo".

El realizador, consciente de sus limitaciones y de lo impulsivo de su carácter, procura no ir a los rodajes de los demás porque se sabe incapaz de contenerse. Con Alex de la Iglesia, un buen amigo suyo, tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por contenerse durante la filmación de El día de la bestia. "Cada rodaje es una aventura que sólo pueden vivir los protagonistas. No está bien visto que vayas a ver a un compañero y empieces a meterte en la película, pero es que no puedo evitarlo. Si veo que algo no está como a mí me gusta, tengo tendencia a colocarlo", aclara.

El director de Carne trémula, que se estrenará el próximo mes de septiembre, en el Festival de Cine de Venecia o en el de San Sebastián, no tiene miedo al fracaso: "Ya he disfrutado un montón con algunas escenas".

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