Cartas al director

Lustrar el lenguaje

Dejando aparte méritos o deméritos -no es ahora el caso- del señor Cebrián para ser promocionado a académico de la Lengua, tengo que decir que me ha satisfecho mucho su nombramiento, pues bien pudiera ocurrir que, espoleado por el lema de la entidad de la que ahora forma parte -"limpia, brilla y da esplendor"-, lustrase el lenguaje del periódico que tan dignamente dirigió y del que, actualmente, es consejero.Muchas pifias -por nombrarlas benévolamente- se deslizan cotidianamente en sus textos, debido unas a descuidos, otras a errores de composición, otras a la premura de edición, pero las más ...

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Dejando aparte méritos o deméritos -no es ahora el caso- del señor Cebrián para ser promocionado a académico de la Lengua, tengo que decir que me ha satisfecho mucho su nombramiento, pues bien pudiera ocurrir que, espoleado por el lema de la entidad de la que ahora forma parte -"limpia, brilla y da esplendor"-, lustrase el lenguaje del periódico que tan dignamente dirigió y del que, actualmente, es consejero.Muchas pifias -por nombrarlas benévolamente- se deslizan cotidianamente en sus textos, debido unas a descuidos, otras a errores de composición, otras a la premura de edición, pero las más graves -seamos sinceros- a la ignorancia.

En EL PAÍS del 22 de este mes, página 38 de Espectáculos, se lee: "Teatro: No faltes esta noche". Hasta ahora todo correcto. Y debajo en subtítulo: "No haced caso". Ahí está todo; disparo el dardo y mato el imperativo. Aún recuerdo de antiguo (escuela primaria durante la Segunda República) que el imperativo no admite jamás forma negativa y debe utilizarse en su lugar el presente de subjuntivo: "No hagáis caso". Esto es lo correcto, aunque no tenemos por qué seguir el consejo que nos propone su autor: faltad o no faltéis esa noche, caramba. Y no se me moteje de arcaico por remontarme a normas de los años treinta, ya que la Real Academia Española ha publicado en 1994 una gramática de la lengua, asequible a cualquier estudiante de bachillerato, cuyo autor es conocido y reconocido mundialmente y aún más por mí, por razones obvias. Se lee en la página 151 del libro citado: "El imperativo... está restringido por tres condiciones: debe tener sujeto gramatical de segunda persona (singular o plural); ha de situarse en perspectiva temporal de presente, y su oración tiene que ser afirmativa (nunca negativa)". Repito: nunca negativa.

Enhorabuena, señor Cebrián, y póngase a la tarea, que los lectores y el idioma se lo agradecerán.-

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