Crítica:

Final feliz

Ray Barretto New World SpiritRay Barretto (congas), Michael Philip Mossman (trompeta y trombón), Adam Kolker (saxo), Héctor Martignon (piano), Hans Glawischnig (bajo) y Vince Cherico (batería). Centro Cultural de la Villa. Madrid, 26 de noviembre.

Dejó caer sus manotas sobre los cueros tensados de las congas y empezó la fiesta. La suya particular, porque con la magnífica actuación de Ray Barretto se cerraba la XVII edición del Festival de Jazz. Olvidada la salsa que grabó junto a Celia Cruz o Rubén Blades, se ha volcado en un proyecto afrocaribeño y de jazz que definió desde el escenari...

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Ray Barretto New World SpiritRay Barretto (congas), Michael Philip Mossman (trompeta y trombón), Adam Kolker (saxo), Héctor Martignon (piano), Hans Glawischnig (bajo) y Vince Cherico (batería). Centro Cultural de la Villa. Madrid, 26 de noviembre.

Dejó caer sus manotas sobre los cueros tensados de las congas y empezó la fiesta. La suya particular, porque con la magnífica actuación de Ray Barretto se cerraba la XVII edición del Festival de Jazz. Olvidada la salsa que grabó junto a Celia Cruz o Rubén Blades, se ha volcado en un proyecto afrocaribeño y de jazz que definió desde el escenario como más profundo y excitante.Ray Barretto ha conseguido ensamblar una banda que suena como tal y no como amasijo de solistas asilvestrados. Además, sus jóvenes músicos aportan composiciones y arreglos. El pianista colombiano se sacó de las manos una improvisación llena de ideas, con Summer time como excusa, justo antes de que el jefe disertara sobre la unión de dos músicas que tienen en común el espíritu de los cortadores de caña en Cuba y Puerto Rico y el de los recolectores de algodón en el sur de Estados Unidos: Barretto acaba de inventarse la guajira-blues.

Un solo de Cherico abrió paso a una polirrítmica versión del clásico Autumn leaves / les feuilles mortes. También ofrecieron un soberbio arreglo del No problem, de Duke Jordan, y en el Brother Ray, obra de Mossman, Barretto realizó un solo de congas sin un grado de exhibicionismo. A sus 67 años, este neoyorquino hijo de puertorriqueños está haciendo realmente lo que le apetece y en buena compañía. Por fin tuvo una cálida respuesta del público madrileño. Coincidió con su propuesta más sugerente.

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