Dolor y emoción
La voz de mujer flamenca, cuando es de calidad, tiene registros de una gran belleza. Los tiene la voz de María Vargas, cantaora de cuerpo entero, con muchos años en la profesión y un concocimiento de los estilos prácticamente total.Es una voz rica, llena, cálida, rebosante de flamencura. Quizá su único déficit sea en los bajos, que no frecuenta. María opta por situar la voz arriba, y ahí se desenvuelve con holgura y brillantez inusitadas. Y canta entregándose, con el regusto de los viejos aficionados para quienes el cante lo es todo.
Lo es para María Vargas, indudablemente: fue capaz de...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
La voz de mujer flamenca, cuando es de calidad, tiene registros de una gran belleza. Los tiene la voz de María Vargas, cantaora de cuerpo entero, con muchos años en la profesión y un concocimiento de los estilos prácticamente total.Es una voz rica, llena, cálida, rebosante de flamencura. Quizá su único déficit sea en los bajos, que no frecuenta. María opta por situar la voz arriba, y ahí se desenvuelve con holgura y brillantez inusitadas. Y canta entregándose, con el regusto de los viejos aficionados para quienes el cante lo es todo.
Lo es para María Vargas, indudablemente: fue capaz de cantar hora y media larga sin descanso, en un recorrido por géneros de la más diversa "temperatura" estilística. Secundada de manera muy efectiva por la guitarra sosegada y precisa de El Mami, y como es frecuente en los buenos cantaores, el arte de María Vargas brilló sobre todo en los cantes de más respeto, como soleares y muy especialmente siguiriyas, de las que hizo una larga secuencia, con grandeza y jondura ejemplares, doliéndose y emocionándose
Recital de María Vargas
Guitarra: El Mami Madrid, Círculo de Bellas Artes, 25 de noviembre.