Últimos toques cosméticos

Los humanos son un caso infrecuente porque tienen un periodo de gestación muy largo -comparable al de los simios antropomorfos-, pero dan a luz bebés mucho más inmaduros, desvalidos y lloriqueantes que una cría de chimpancé o de orangután. Este sistema es la respuesta de la evolución al dilema de un cerebro grande y una pelvis estrecha. La cabeza y el cerebro del bebé crecen todo lo posible en el útero y después continúan desarrollándose hasta mucho después de nacer. Probablemente, los antepasados homínidos daban a luz bebés más precoces, pero posteriormente apareció un periodo prolongado de i...

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Los humanos son un caso infrecuente porque tienen un periodo de gestación muy largo -comparable al de los simios antropomorfos-, pero dan a luz bebés mucho más inmaduros, desvalidos y lloriqueantes que una cría de chimpancé o de orangután. Este sistema es la respuesta de la evolución al dilema de un cerebro grande y una pelvis estrecha. La cabeza y el cerebro del bebé crecen todo lo posible en el útero y después continúan desarrollándose hasta mucho después de nacer. Probablemente, los antepasados homínidos daban a luz bebés más precoces, pero posteriormente apareció un periodo prolongado de indefensión para permitir un crecimiento cerebral fuera del útero.Esencialmente, los humanos recién nacidos siguen siendo fetos durante otros nueve meses después del parto. Teniendo en cuenta el largo periodo de desvalimiento total de la cría, los padres humanos tienen que atender diligentemente a sus necesidades durante mucho más tiempo que cualquier otro primate. Algunos biólogos expertos en evolución proponen la idea de que algunos de los últimos toques que reciben los bebés en el útero son básicamente cosméticos, para que el niño sea tan encantador que los padres se sientan obligados a cuidar de él.

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Sarah Blaffer Hardy, de la Universidad de California en Davis, sugiere que este factor explica por qué el bebé desarrolla capas de grasa justo antes del parto, mientras que los fetos de los simios antropomorfos permanecen más bien delgaditos para su odisea a través de la pelvis. "Uno se pregunta por qué el bebé no espera a salir del canal del parto para empezar a engordar así", afirma Blafier.

Puede que una cría escuálida y con mala cara careciera del atractivo estético necesario para seducir a sus padres. Y es que, una vez que la madre se enamora del bebé, se olvida del dolor y acepta encantada una servidumbre obligatoria para los siguientes 18 años.

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