Muere otro preso turco pese al fin de la huelga de hambre masiva

Hayati Can, de 23 años, se convirtió en la 12ª víctima de la protesta carcelaria, que acabó a última hora del sábado con un compromiso entre el Gobierno y los 300 presos ultraizquierdistas en huelga de hambre. Al final de 69 días de ayuno, Can, miembro del minúsculo Ejército de Liberación de los Campesinos y los Trabajadores, moría nada más ser trasladado desde la cárcel al hospital de Bursa, cerca de Estambul. El Gobieno cedió tras la creciente presión de la opión pública turca y de sus socios europeos.

Una sensación de alivio, Más que de alegría, se respiraba ayer en Turquía. El compr...

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Hayati Can, de 23 años, se convirtió en la 12ª víctima de la protesta carcelaria, que acabó a última hora del sábado con un compromiso entre el Gobierno y los 300 presos ultraizquierdistas en huelga de hambre. Al final de 69 días de ayuno, Can, miembro del minúsculo Ejército de Liberación de los Campesinos y los Trabajadores, moría nada más ser trasladado desde la cárcel al hospital de Bursa, cerca de Estambul. El Gobieno cedió tras la creciente presión de la opión pública turca y de sus socios europeos.

Una sensación de alivio, Más que de alegría, se respiraba ayer en Turquía. El compromiso evitó la catástrofe que habría supuesto la intervención de las fuerzas de seguridad para poner fin al movimiento carcelario, al que en los últimos día s se habían unido otros 2.000 reclusos, en su mayoría kurdos pertenecientes al ilegal Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Todos los huelguistas finalizaron el ayuno nada más conocerse el acuerdo.El logro más importante de los huelguistas fue el traslado a otras cárceles de 102 ultraizquierdistas internos en la prisión de alta seguridad de Eskisehir, conocida como El ataúd, por la estrechez de sus celdas individuales. Los presos pedían el cierre de Eskisehir, pero al menos consiguieron algo que el ministro de Justicia, Sevket Kazan, aseguró que nunca aceptaría: 20 reos políticos serán trasladados a la cárcel de Umraniye (Estambul) y el resto a la de Gebze, a 30 kilómetros de la capital financiera de Turquía.

El compromiso se alcanzó tras arduas y tensas negociaciones entre los detenidos en la prisión de Bayrampasa -en Estambul, centro de la protesta- y un grupo de autoridades locales, parlamentarios, abogados, intelectuales y periodistas de izquierda, entre ellos, el escritor Yasar Kemal y el cantante Zulfu Livaneli. El Gobierno hizo también ciertas concesiones sobre la mejora de los tratamientos médicos en las prisiones y para que los detenidos en prisión preventiva sean encarcelados en establecimientos cercanos al lugar donde se celebran sus juicios.

Los médicos luchan desesperadamente por salvar a los huelguistas más débiles. Según la agencia semiestatal Anatolia, en la madrugada de ayer lograron revivir a Gulten Isik, cuyo corazón había dejado de latir poco después de que hubiera sido trasladado de urgencia al hospital de Esmirna.

Un portavoz de la Asociación de Derechos Humanos indicó que han sido internados en hospitales 170 de los que estaban en huelga de hambre. De ellos, 20 están en condiciones críticas y uno de ellos, Refik Unal, "en coma irreversible".

Daños en el cerebro

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Vedat Oz, jefe del gabinete creado en el Ministerio de Sanidad para atender a los huelguistas, aseguró que algunos de los presos han sufrido daños en sus órganos, especialmente en el cerebro y en el sistema metabólico.

Ésta ha sido la protesta más dramática de la historia de las huelgas de hambre. En 1981, un gesto semejante en la prisión de Belfast, en Irlanda del Norte, de miembros del IRA causó diez víctimas. Ayer fueron enterrados en distintos cementerios de Estambul dos de los huelguistas entre llantos y cánticos ultraizquierdistas.

Los países de la Unión Europea (UE), que frecuentemente critican a Turquía su escasa defensa de los derechos humanos, presionaron al Gobierno de Necmettin Erbakan para que lograra solucionar la crisis y le advirtieron del riesgo de dañar el lucrativo acuerdo de unión aduanera con la UE.

En Alemania, el impacto de la huelga de hambre ocasionó, por séptimo día consecutivo, varios ataques incendiarios contra intereses turcos en la madrugada de ayer. Los servicios de inteligencia no dudan de que están vinculados a los sucesos de Turquía.

La influencia le Mahoma

El ministro de Justicia, Sevket Kazan, cuya cabeza política, piden numerosos intelectuaes y defensores de los derechos humanos turcos, señaló ayer que optó por aceptar transferir los 102 presos políticos de la cárcel de máxima seguridad de Eskisehir a otras prisiones porque el sábado por la noche era el aniversario del nacimiento del profeta Mahoma. "Pensé en el significado de la noche y me dije que el asunto [la huelga] tenía que acabar y todo el mundo debía ser feliz", declaró Kazan, miembro del gobernante Partido del Bienestar (RP), primer partido islámico que ocupa la jefatura del Gobierno de la Turquía laica fundada por Mustafá Kemal Atatürk en 1923."Ésta es la razón por la que dije sí", concluyó el ministro. El RP gobierna en coalición desde hace un mes con el conservador Partido de la Recta Vía, que dirige la ex primera ministra y ahora titular de Asuntos, Exteriores Tansu Çiller.

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