Crítica:FESTIVAL DE JAZZ DE VITORIA

Dos gigantes del género

Tras los prolegómenos del domingo y del lunes (espirituales negros y concierto infantil), la vigésima edición del festival de Vitoria se inició en la tarde del martes con un concierto realmente excepcional: el trío de Myra Melford, al que siguieron, ya de noche, dos gigantes del jazz demostrando su valía: Herbie Hancock y su antiguo compañero Wayne Shorter.La pianista Myra Melford inauguró esa estupenda sección de Jazz del siglo XXI y, haciendo honor al enunciado, ofreció un concierto anclado en el presente, pero mirando sin miedo hacia el futuro. Jazz directo como pocos, cargado de fue...

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Tras los prolegómenos del domingo y del lunes (espirituales negros y concierto infantil), la vigésima edición del festival de Vitoria se inició en la tarde del martes con un concierto realmente excepcional: el trío de Myra Melford, al que siguieron, ya de noche, dos gigantes del jazz demostrando su valía: Herbie Hancock y su antiguo compañero Wayne Shorter.La pianista Myra Melford inauguró esa estupenda sección de Jazz del siglo XXI y, haciendo honor al enunciado, ofreció un concierto anclado en el presente, pero mirando sin miedo hacia el futuro. Jazz directo como pocos, cargado de fuerza, repleto de sugerencias e interpretado con una pasión contagiosa. Por la noche, Hancock y Shorter lo tenían difícil para superar una ducha de música tan interesante e intensa como la de Melford, pero finalmente salieron bien parados de la inevitable comparación haciendo lo que mejor saben hacer: ejerciendo de Hancock y Shorter sin remilgos, disfraces o fantasmas. Y Hancock y Shorter tocando como sólo ellos saben son sencillamente irresistibles.

Myra Melford Trio / Wayne Shorter Quintet / Herbie Hancock Quartet

Teatro Principal. Polideportivo Mendizorrotza, Vitoria, 16 de julio.

Comenzó Shorter con un nuevo quinteto en el que destacó el potente bajo de Alphonso Johnson. El líder utilizó durante casi todo el concierto el saxo soprano en detrimento del tenor, que yacía olvidado en un rincón. Una decisión lógica, pues su música actual está más adaptada a ese instrumento, pero una auténtica lástima, porque cuando el saxofonista sopló por la boquilla de su tenor todo Mendizorrotza se llenó con una de las sonoridades jazzísticas más bellas que puedan imaginarse.

Cerró la noche Hancock a la búsqueda de nuevos estándares en la música pop, pero recuperándolos con una visión totalmente acústica y un espíritu que recuerda sus primeros años Blue Note. Hancock estaba inspirado y tocó con un poderío asombroso. Su toque pianístico fue ligero y juguetón, pero encontrando un océano de música en temas mil veces oídos de Peter Gabriel o Stevie Wonder.

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