Crítica:ROCK

Sobresaliente

Conciertos como éste son para exprimir la entrada y sacarle hasta la última gota de satisfacción. Qué buenos son estos Presidentes; qué divertidos; qué alegres; qué poco se complican la vida y qué fácil es verlos, oírlos y entrar en una especie de trance de diversion adolescente. Toda una fiesta, con apenas cinco cuerdas -dos tiene el bajo y tres la guitarra- y una batería.Como teloneros actuaron los barceloneses Alius, cuarteto que combina funk, rap, rock y hasta añade unas gotitas de free-jazz a golpes de saxo. Enérgicos y potentes, caldearon la ya de por sí bochornosa a...

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Conciertos como éste son para exprimir la entrada y sacarle hasta la última gota de satisfacción. Qué buenos son estos Presidentes; qué divertidos; qué alegres; qué poco se complican la vida y qué fácil es verlos, oírlos y entrar en una especie de trance de diversion adolescente. Toda una fiesta, con apenas cinco cuerdas -dos tiene el bajo y tres la guitarra- y una batería.Como teloneros actuaron los barceloneses Alius, cuarteto que combina funk, rap, rock y hasta añade unas gotitas de free-jazz a golpes de saxo. Enérgicos y potentes, caldearon la ya de por sí bochornosa atmósfera durante 45 minutos. A las diez en punto, el bajista Chris Ballew, el guitarrista Dave Dererer y el batería Jason Finn saltaban al escenario, saludaban en perfecto castellano e iniciaban el delirio, a golpe de las potentes ráfagas que componen su primer disco editado hasta el momento. Los músicos parecían tremendamente sorprendidos de que el jovencísimo público que llenaba la sala se supiera al dedillo las letras de Kitty, Lump, Peaches o Naked and famous. Pero es que además aquello parecía el chupinazo o de San Fermín, tal era el estado de éxtasis rockero que tenía el respetable, que no cesó de trepar al escenario para tirarse en plancha durante toda la actuación.

The Presidents of USA + Alius

Sala La Riviera. 2.300 pesetas. Madrid, lunes, 1 de julio.

El trío de Seattle, por su parte, dio una lección de efectividad musical admirable, al extraer todas las posibilidades de ritmo y melodía a tan exigua orquestación. Había velocidad, intensidad y ganas de juerga a todo volumen. Estrenaron temas nuevos y regalaron refrescantes versiones de la nuevaolera Video killed the radio star, de Buggles, y Çaplain pour moi, de Plastic Bertrand. Pero, quizá, lo que les hace destacar tanto, a pesar de lo elemental de su planteamiento musical, es que son capaces de devolver la alegría bulliciosa, desprejuiciada y gamberra a un rock 'n' roll que se estaba volviendo ya demasiado serio. Un sobresaliente por ello y a ver cuándo vuelven por aquí.

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