El presidente del Gobierno balear, en una manifestación en defensa del catalán

El presidente del Gobierno balear, Cristofol Soler, del PP, con una nutrida representación de su ejecutivo, participó ayer en la tradicional concentración ciudadana y festiva de carácter nacionalista, en especial a favor de la lengua catalana, que reunió en Palma de Mallorca entre 15.000 y 40.000 personas, según las estimaciones sean de la policía local o de los organizadores. En la Plaza Mayor de Palma de Mallorca, los ciudadanos formaron con cartulinas una inmensa leyenda a modo de presentación y exigencia: "Somos comunidad histórica".Soler entiende que los objetivos de las entidades, ciudad...

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El presidente del Gobierno balear, Cristofol Soler, del PP, con una nutrida representación de su ejecutivo, participó ayer en la tradicional concentración ciudadana y festiva de carácter nacionalista, en especial a favor de la lengua catalana, que reunió en Palma de Mallorca entre 15.000 y 40.000 personas, según las estimaciones sean de la policía local o de los organizadores. En la Plaza Mayor de Palma de Mallorca, los ciudadanos formaron con cartulinas una inmensa leyenda a modo de presentación y exigencia: "Somos comunidad histórica".Soler entiende que los objetivos de las entidades, ciudadanas convocantes coinciden con los que pregona su Gobierno y están contemplados en el Estatuto de autonomía. En la marcha de mayo del año pasado, 35.000 personas protestaron contra la política que desarrollaba el PP y el Gobierno que encabezaba el dimitido Gabriel Cañellas.

Ayer, el consejero de Cultura, Tomeu Rotger, cuya anterior gestión motivó la ruidosa movilización de 1995 - y la petición de su cese- se encontraba en la cita en la que se exigían avances en la recuperación del catalán y un mayor grado de enseñanza en las escuelas públicas y privadas.

En una Palma de Mallorca soleada se reencontraron de nuevo veteranos militantes del nacionalismo minoritario, intelectuales comprometidos con la izquierda, centenares de enseñantes sin militancia de siglas y miles de jóvenes y adultos. Hasta ayer, la plaza Mayor era un lugar simbólico para actos cívicos, algaradas y fiestas en las que el público habitual silbaba y abucheaba al PP y a los defensores de Cañellas. Pero ayer nadie pitó ni murmuró entre la masa al pronunciarse el nombre de sus sucesores.

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