Cartas al director

Arboles, sensibilidad y progreso

Quisiéramos agradecer a Soledad Puértolas su artículo Los árboles y el 'moviline' (EL PAÍS, 25 de abril), en el que, con la inteligencia y sensibilidad habituales en ella, expresa su repulsa y desconsuelo ante la desaparición del paseo de árboles de Camoens. Nosotros no vivimos en Madrid ni conocemos ese paseo, pero, lamentablemente, como la escritora, también hemos sufrido esa desolación y esa necesidad de desahogarse, sin saber exactamente a quién dirigirse o cómo encauzar los mismos sentimientos de frustración, rabia e impotencia. También nosotros nos preguntamos, a cientos de kilóme...

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Quisiéramos agradecer a Soledad Puértolas su artículo Los árboles y el 'moviline' (EL PAÍS, 25 de abril), en el que, con la inteligencia y sensibilidad habituales en ella, expresa su repulsa y desconsuelo ante la desaparición del paseo de árboles de Camoens. Nosotros no vivimos en Madrid ni conocemos ese paseo, pero, lamentablemente, como la escritora, también hemos sufrido esa desolación y esa necesidad de desahogarse, sin saber exactamente a quién dirigirse o cómo encauzar los mismos sentimientos de frustración, rabia e impotencia. También nosotros nos preguntamos, a cientos de kilómetros de Madrid, con qué derecho proceden aquellos a los que se ha otorgado la responsabilidad de gobernarnos cuando se empeñan en destruir paseos de árboles. A nosotros, en este pueblo de la provincia de Orense, una de las zonas más deforestadas de Galicia, como a Soledad Puértolas en Madrid, nos resulta difícil creer que los que valoran en tan poco la existencia de los árboles estén interesados en garantizar el bienestar de los ciudadanos. Como a ella, nos asusta pertenecer a una comunidad en la que se justifica la aniquilación de la poca naturaleza que nos queda y que es el fruto de muchos años. Nos avergüenza igualmente que semejantes desmanes, aquí y en Madrid, se lleven a cabo con una falsa idea de progreso.Para aquellos que se levantan cada día condenados a contemplar la grotesca intervención humana que convierte calles frondosas en esperpénticas avenidas de muñones vegetales, la sensibilidad de Soledad Puértolas, patente en su denuncia, dolorosa y sincera, acompaña, honra, y es sobre todo una razón más que nos anima a seguir luchando contra los que insisten en destruir el entorno. ¡Gracias!.- .

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