Té por el Sáhara

La Autónoma monta una 'jaima' solidaria con el pueblo saharaui

La puerta de la jaima (cobertizo bereber de tela) que la asociación Manuela Malasaña de la facultad de Ciencias clavó esta semana sobre la pradera de la Universidad Autónoma era un trasiego de alumnos. Juan Ramón, de Física, se encargaba de servir el té, a elegir entre tres gustos. "Amargo como la vida, dulce como el amor, o suave como la muerte", recitaba. De tocar los bongos se encargaban dos compañeros de facultad, uno de ellos ataviado con un turbante, bereber de color azul. "Para dar una nota de color", justificaba.En un rincón, con paciencia y pulso, Esther sacaba su vena artístic...

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La puerta de la jaima (cobertizo bereber de tela) que la asociación Manuela Malasaña de la facultad de Ciencias clavó esta semana sobre la pradera de la Universidad Autónoma era un trasiego de alumnos. Juan Ramón, de Física, se encargaba de servir el té, a elegir entre tres gustos. "Amargo como la vida, dulce como el amor, o suave como la muerte", recitaba. De tocar los bongos se encargaban dos compañeros de facultad, uno de ellos ataviado con un turbante, bereber de color azul. "Para dar una nota de color", justificaba.En un rincón, con paciencia y pulso, Esther sacaba su vena artística y tatuaba con henna el brazo de una amiga. Al frente de la plancha de asar pinchos morunos, estaba Ángel Pérez, también de Físicas. Todos ellos y muchos más pusieron su granito de arena en las II Jornadas de Solidaridad con el Pueblo saharaui, que coinciden con los 20 años de lucha y resistencia contra la invasión marroquí. "Se trata de colaborar con esta gente que está viviendo en unas condiciones muy malas, de represión y de exilio. Pero sobre todo, y eso es lo más importante, que los estudiantes se enteren de lo ocurre en uno de los desiertos más hostiles del planeta, donde viven desde hace 20 años miles de refugiados saharauis", explicaba un alumno de la Manuela Malasaña.

Otro universitario, de la facultad de Ciencias, apostillaba: "Es bueno que los estudiantes vengamos a la universidad a hacer más cosas que a estudiar, y que nos involucremos y seamos solidarios con los demás".

Al olor y el humo de los pinchos morunos, alumnos y profesores se apiñaban al lado del fogón como abejas al panal. El cocinero de turno no daba abasto. En menos de dos horas pasaban por la plancha un centenar de pinchos. "Es que están muy buenos", explicaba Ángel Pérez, entre vuelta y vuelta. ¿El secreto?: en la salsa. El ocasional chef daba la receta a todo aquel que se la pedía: "Pones una base de aceite e oliva, encima cebolla picada. Se le echa tomillo, comino y pimienta. Se moja la carne, y a la plancha".

Pincho a pincho y té a té, los alumnos han recogido en cinco días unas cien mil pesetas. Todo este dinero irá a parar a una caravana de ayuda, que marchará este año hacia el Sáhara. "Compraremos alimentos imperecederos y, además recogeremos material para las escuelas infantiles. Es un pueblo muy abandonado y todo lo que puedan recibir será poco", aseguraba Ángel Pérez.

Y para dar fe, había testimonio gráfico. Los organizadores, montaron una exposición fotográfica y proyectaron un vídeo sobre la dura vida de los campamentos saharauis. Con todo esto y con la henna tatuada en las manos, la Autónoma ha marcado su huella sobre el desierto.

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