La policía internacional investiga la 'limpieza étnica' de los serbios en la región de Gorazde

El Gobierno bosnio, y la policía internacional de la ONU han empezado a recopilar pruebas de crímenes contra civiles musulmanes durante la guerra en un sector del enclave de Gorazde abandonado recientemente por las fuerzas serbias. Durante cuatro años fue un territorio cerrado. Desde el 19 de marzo, en virtud del acuerdo de paz de Dayton, ha vuelto a manos bosnias. Los primeros hallazgos y las numerosas denuncias de antiguos vecinos sacan a la luz la brutal limpieza étnica llevada a cabo en el valle del Drina.

La policía internacional ya ha desplazado a Gorazde, al este de Sarajevo,...

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El Gobierno bosnio, y la policía internacional de la ONU han empezado a recopilar pruebas de crímenes contra civiles musulmanes durante la guerra en un sector del enclave de Gorazde abandonado recientemente por las fuerzas serbias. Durante cuatro años fue un territorio cerrado. Desde el 19 de marzo, en virtud del acuerdo de paz de Dayton, ha vuelto a manos bosnias. Los primeros hallazgos y las numerosas denuncias de antiguos vecinos sacan a la luz la brutal limpieza étnica llevada a cabo en el valle del Drina.

La policía internacional ya ha desplazado a Gorazde, al este de Sarajevo, al jefe de la investigación, el estadounidense Leslie Powell, cuyo informe será remitido al Tribunal Internacional de La Haya sobre crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia.El territorio que ha pasado a manos del Gobierno bosnio estaba desde hacía tiempo deshabitado, sin presencia militar significativa. Las minas lo habían convertido en un terreno infranqueable. Los dos oficiales daneses de la policía internacional caminan con tiento y preguntan desconfiados a los agentes bosnios si se ha realizado un desminado completo de la zona. La respuesta no es muy convincente.

Es en Mrdzalici, un pequeño poblado de media docena de casas en la carretera de Gorazde a Foca. A pocos metros de la margen izquierda del Drina se ha producido el primer hallazgo. Kemal Korjernic, médico forense de Gorazde, sostiene un cráneo con dos grandes orificios, uno en la parte posterior izquierda y otro en la anterior derecha. "Probablemente, le dispararon por la espalda, de arriba abajo, como si la víctima hubiera sido obligada a arrodillarse", explica.

Los funcionarios bosnios van sacando de la maleza huesos y restos de ropa. El doctor Korjenic, el juez Ahmed Spahic y el ayudante del fiscal Hrapo Safet examinan uno a uno los restos. Aparece un pañuelo de cuello, que pudo ser algún día de color verde, con un nudo en cada extremo, "seguramente para vendarle los ojos". Restos de un jersey azul, un chal violeta, una chaqueta marrón de la que cuelga un hueso del brazo derecho, una cuchara -"la víctima pudo estar en un centro de detención, por lo que llevaba los cubiertos consigo"-, una manta y un sujetador de tonos rojizos de talla pequeña.

"Buscaremos a alguien que estuvo internado en la cárcel de Foca y fue liberado por si reconoce estas ropas", señala el policía bosnio que dirige la investigación y, que se niega a revelar su nombre "por razones de seguridad". Sólo da su número a los investigadores de la ONU.

Un testimonio

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Un antiguo vecino de Mrdzalici que volvía a ver cómo estaba su casa cuatro años después avisó a la policía de la presencia de restos sospechosos. Avdo Mujerinovic es el primer testigo que ha podido contar algo de lo que ocurrió en el poblado. El 7 de mayo de 1992 vio cómo llegaron individuos que vestían uniformes del antiguo Ejército Federal Yugoslavo. Prendieron fuego a varias casas. Avdo pudo escapar a tiempo y pasó 24 horas oculto, viendo cómo todo el poblado ardía, incluida su vivienda. Pasó toda la guerra refugiado en otra pequeña aldea, Bogusici, en compañía de su mujer. "Queremos volver a vivir en nuestra casa", dice, tal vez con exceso de optimismo, Su casa está en ruinas.

Con todos los restos hallados, el forense reconstruye el esqueleto de la víctima. "No cabe duda de que era una mujer muy joven, de unos 20 años, a juzgar por la constitución ósea y las ropas", asegura. El inspector jefe sospecha que puede tratarse de una mujer que desapareció en esta zona al. principio de la guerra.

El ambiente sé impregna de dramatismo durante el trabajo del equipo de forenses, que no está exento de ribetes macabros. Las miradas de los asistentes denotan odio, impotencia y, por encima de todo, un gran malestar. Un hombre de mediana edad, con la expresión marcada por el sufrimiento, observa atento. Es un antiguo vecino de Mrdzalici que dice saber dónde están los restos de su padre, asesinado durante la ocupación serbia.

El policía danés Torben Aagaard, jefe de la investigación por parte de la ONU, explica que otros supuestos testigos han denunciado la existencia de restos de otros dos cadáveres río abajo, y que en otro poblado hubo una matanza de dos mujeres y tres niños.

Testigo de cargo el pueblo fantasma de Ustikolina

F. R., En Ustikolina, a medio camino entre Gorazde y Foca, las fuerzas bosnias entraron por primera vez en cuatro años el pasado día 19. Era una localidad fantasma. Los serbios quemaron muchas casas antes de abandonarla. La policía de la ONU todavía no se atreve a patrullar a fondo por la zona por el temor a las minas. La nueva línea de separación entre la Republika Srpska (serbobosnios) y la federación bosnio-croata está ahora 1.500 metros más allá de Ustikolina.

Hakija Borovic es el único superviviente de una matanza que se dispone a investigar la comisión conjunta bosnia y de la ONU. Unos 30 uniformados serbios rodearon la casa en la que se encontraban nueve personas. Les ordenaron salir a todas. Se llevaron a una de ellas y al resto les hicieron entrar otra vez. En el interior de la casa fueron ametrallados. Borovic no recuerda a quién se encomendó, pero las balas no le alcanzaron aunque perdió el conocimiento. Un soldado lanzó desde el exterior una granada de mano. Cuando despertó la casa estaba en llamas. Consiguió salir por el patio posterior y pudo ver cómo uno de sus vecinos había escapado de las llamas y bajaba hacia el río dando tumbos. Estaba malherido y no pudo llegar ni a la orilla. Hakija pasó 40 días escondido en el bosque. En aquellos momentos ignoraba que su madre había sido asesinada en otra casa de Ustikolina.

La casa de este testigo está hoy totalmente destruida. Mientras ardía por todas partes, el interior se desplomó. Hakija ha vuelto cuatro años después. No sabe qué ha pasado en el pueblo durante la ocupación serbia, pero está convencido que debajo de los escombros hay restos de los familiares y vecinos masacrados. La comisión investigadora se disponía ayer a excavar la zona.

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