Crítica:CANCIÓN

Gracias, guitarra

Con el permiso de los acontecimientos sociales, políticos o culturales acaecidos, esta centuria que está a punto de cerrarse bien pudiera ostentar la justa denominación de Siglo de la guitarra.Este instrumento simboliza el empuje popular para tratar de cuadrar la música de la calle, junto a la idiosincrasia que conlleva, en los salones de palacio o en los auditorios para eruditos. Es el triunfo del lenguaje musical de la gente común, venida del flamenco, el blues, el country y, ya desde terrenos más elaborados, el rock, el pop o la new age. Justo es que se le rinda ...

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Con el permiso de los acontecimientos sociales, políticos o culturales acaecidos, esta centuria que está a punto de cerrarse bien pudiera ostentar la justa denominación de Siglo de la guitarra.Este instrumento simboliza el empuje popular para tratar de cuadrar la música de la calle, junto a la idiosincrasia que conlleva, en los salones de palacio o en los auditorios para eruditos. Es el triunfo del lenguaje musical de la gente común, venida del flamenco, el blues, el country y, ya desde terrenos más elaborados, el rock, el pop o la new age. Justo es que se le rinda homenaje a este instrumento, tan rico en posibilidades musicales.Los prestidigitadores encargados de rendir pleitesía fueron en esta ocasión 15 magníficos guitarristas de dedos privilegiados e imaginación desbordante. Todos ellos españoles y empecinados en gastar los años de una vida extrayendo posibilidades expresivas a un sencillo artilugio, que encierra en sí el conjunto de las emociones del alma humana.

Palabra de guitarra

Jordi Boncili, Ariel Rot, Jaime Stinus, Manolo Díaz, Pepe Milán, Ton¡ Pastor, Joan Bibiloni, Raimundo Amador, Diego Amador, Toni Carmona, Javier Vargas, Pedro Andreas, Alberto Tarin, Marc Grau y Damiá Timoner (guitarras). 1.800 pesetas. Teatro Monumental. Madrid, 10 de febrero.

Con estructura escénica de espectáculo serio, una correcta escenografía y luces y sonido concebidos para facilitar la comunicación, estos 15 maestros propusieron un juego de disfrute, utilizando como pretexto composiciones musicales que posibilitan ese efecto cuarta pared, consistente en que el músico llega a olvidarse del público, enfrascado como está en el desarrollo de una melodía.

Fue francamente hermoso ver y oír cómo, por poner sólo unos ejemplos, Ariel Rot barnizaba en tonos porteño-madrileños el Georgia on my mind, Raimundo aflamencaba el Jessica, dé Allman Brothers Band; el poderoso y versátil Toni Pastor sacaba truenos de su instrumento a los acordes de Another Me's Woman o Jaime Stinus le sacaba partido a Old man, sin tener que contar con la voz nasal de Neil Young.

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