Virtuosismo ruso y español
El Auditorio se llenó para escuchar a los Virtuosos de Moscú, con la pianista Rosa Torres Pardo y la soprano María Shagut, dirigidos por Vladimir Spirakov, músico activo donde los haya y sensibilidad de finos quilates.El Concierto en Re Menor no es de las obras bachianas que mejor resiste el gran piano moderno, pero Rosa Torres Pardo y sus colaboradores lo defendieron con brillantez, buena continuidad, severidad de estilo y cierta afectividad. Después dieron una versión muy bella del Divertimento de Bela Bartok, que trajo, con calidad y sin énfasis, el alma de la música popular q...
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El Auditorio se llenó para escuchar a los Virtuosos de Moscú, con la pianista Rosa Torres Pardo y la soprano María Shagut, dirigidos por Vladimir Spirakov, músico activo donde los haya y sensibilidad de finos quilates.El Concierto en Re Menor no es de las obras bachianas que mejor resiste el gran piano moderno, pero Rosa Torres Pardo y sus colaboradores lo defendieron con brillantez, buena continuidad, severidad de estilo y cierta afectividad. Después dieron una versión muy bella del Divertimento de Bela Bartok, que trajo, con calidad y sin énfasis, el alma de la música popular que el compositor húngaro apresó en formas modernas y cultas.
La segunda parte se dedicó a Schubert, con dos páginas vocales y otra instrumental. Salve Regina, de 1819, y el lied Seligkeit (Beatitud) fueron cantadas por María Shagut: voz hermosa y talento expresivo de gran sugestión. Escrita (como el lied) en 1816, la Quinta sinfonía tuvo una interpretación que aunó importancia (no es obra menor) y levedad con ecos clasicistas, en la que alienta la quebradiza sensibilidad de su autor, que Spirakov transmitió con verídica simplicidad. Éxito grande, que obligó a dos bises en clave irónica: las polcas de Stravinski y Shostakovich.
Virtuosos de Moscú
Bach, Bartok y Schubert. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de enero.