La cápsula de la 'Galileo' entró en Júpiter

Por primera vez, un artilugio hecho por el hombre llega a las nubes del planeta gigante

Una cápsula con forma de platillo volante y cargada de instrumentos científicos entró en las capas superiores de la atmósfera de Júpiter en la madrugada de hoy, hora peninsular española.Culmina así el viaje interplanetario de la nave espacial no tripulada Galileo, que salió de la Tierra hace seis años y que ha recorrido 3.600 millones de kiIómetros hasta llegar a su destino: el planeta gigante del Sistema Solar. Es la primera vez que se envía un objeto artificial hacia las profundidades gaseosas de Júpiter, la recompensa es un puñado de datos acerca de sus densas nubes.

¡Lo consegui...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Una cápsula con forma de platillo volante y cargada de instrumentos científicos entró en las capas superiores de la atmósfera de Júpiter en la madrugada de hoy, hora peninsular española.Culmina así el viaje interplanetario de la nave espacial no tripulada Galileo, que salió de la Tierra hace seis años y que ha recorrido 3.600 millones de kiIómetros hasta llegar a su destino: el planeta gigante del Sistema Solar. Es la primera vez que se envía un objeto artificial hacia las profundidades gaseosas de Júpiter, la recompensa es un puñado de datos acerca de sus densas nubes.

¡Lo conseguimos!", gritaron los responsables de la misión Galileo hoy a las 0.12, hora penisular, cuando recibieron la señal que indicaba que la cápsula de descenso había entrado en Júpiter. Un estallido de aplausos inundó la sala de control de la misión en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, en Pasadena (California, EE UU). Durante una hora, 75 minutos como mucho, la cápsula habrá atravesado masas nubosas hasta alcanzar una profundidad de unos 600 kilómetros. Luego, las altas presiones y temperaturas por fricción (15.000 grados centígrados) habrán estrujado, derretido, e incluso evaporado, las pantallas de protección térmica de la sonda y todos sus intrumentos. De este artefacto, de 223 kilos, no ha de ido quedar nada. Hasta dentro de unas semanas no llegará a la Tierra información acerca de esta fase de la misión

Envío de información

La nave Galileo , de la que se desprendió la cápsula suicida el pasado mes de julio, recibió ayer toda la información sobre composición química de las nubes, presión y temperatura adquirida durante el descenso atmosférico, para transmitirla. más tarde a la Tierra. Después, la Galileo, un vehículo espacial de 25 toneladas, encendió sus motores para variar su trayectoria, colocarse en órbita de Júpiter y emprender una misión de dos años dedicada a observar el planeta y sus lunas, los satélites que Galileo Galilei descubrió en 1610.

William J. O'Neil, jefe del proyecto Galileo, había comentado los días pasados que la primera indicación de que todo iba según lo planeado debía corresponder a la entrada de la cápsula suicida en las capas superiores de la atmósfera de Júpiter. "Nos llegará una señal desde la nave indicándonos si sus radiorreceptores han captado, la señal de la cápsula. Una indicación positiva, significa que ésta ha sobrevivido al momento de máxima difícultad", explicaba ayer O'Neill antes de que llegara esa ansiada señal. Todas las maniobras se han realizado, automáticamente con instrucciones almacenadas en computadoras de la nave. No hay más remedio, puesto que las radioseñales tardan 52 minutos en recorrer la distancia que ahora separan a Júpiter de la Tierra, unos 960 millones de kilómetros.

Se había elegido un punto de entrada de la sonda situado encima del ecuador del planeta, a 6,5 grados de latitud Norte y 4,5 grados de longitud Oeste, lejos de la Gran Mancha Roja. Si el artefacto hubiese entrado en la atmósfera con una trayectoria demasiado vertical, las sacudidas y el calor lo hubiesen destruido; si hubiese sido demasiado abierta, hubiese rebotado y salido despedido de nuevo hacia el espacio. La velocidad prevista en los últimos minutos de aproximación a las nubes jovianas era de 170.000 kilómetros por hora, al abrirse los paracaídas la velocidad de descenso debía estabilizarse en 600 kilómetros por hora.

La misión Galileo, planeada hace. 20 años, ha sufrido contratiempos, retrasos y dificultades presupuestarias. El mayor problema de cara a la adquisición de resultados científicos es la antena principal, que no se desplegó completamente una vez en vuelo y limita considerablemente la capacidad de transmisión de datos, sobre todo de imágenes. Se ha dado prioridad a la información de la sonda suicida pero los datos preliminares llegarán dentro de dos semanas, como mínimo. La Galileo no enviará fotos hasta el próximo mes de julio.

Una bola de gas

Aunque otras misiones espaciales se han acercado a Júpiter, Galileo es la primera diseñada para situarse en órbita de uno de los planetas exteriores del Sistema Solar. Júpiter es el mayor concentra el 70% de la masa total de los nueve planetas; es 1.400 veces más voluminoso y 318 veces mas masivo que la Tierra. Es una bola de gas compuesta de hidrógeno (88%), helio (11%) y algo de metano, amoníaco, y agua.

Es tan grande y gaseoso que en muchos sentidos se parece a una especie de pequeña estrella "Júpiter juega dos papeles: de hermano mayor entro, los planetas y de compañero subestelar del Sol. En ambos se considera un laboratorio en el que se pueden comprobar los extremos de, cualquier modelo físico para comprender las condiciones pasadas y presentes de la formación y estelar",'explica Reta Beebe en su libro Júpiter: el planeta gigante.

Archivado En