Crítica:LA SEMANA EN POP

Punki para rato

Comenzó esta semana, nutrida en citas musicales, con otra joya de la escudería Epitaph, los angelinos Down By Law, ofreciendo punki de última hora a un público ávido por lanzarse en plancha desde el escenario. Las canciones de su último disco, Punkrockacademyfightsong, son el soporte ideal para la diversión, y su versión de Going underground, de los Jam, estuvo realmente a la altura de lo exigible. Con este desbordante índice de natalidad en grupos, parece ser que vamos a tener punki para rato.La solidaridad es, hoy por hoy, uno de los mejores reclamos para la asistencia d...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Comenzó esta semana, nutrida en citas musicales, con otra joya de la escudería Epitaph, los angelinos Down By Law, ofreciendo punki de última hora a un público ávido por lanzarse en plancha desde el escenario. Las canciones de su último disco, Punkrockacademyfightsong, son el soporte ideal para la diversión, y su versión de Going underground, de los Jam, estuvo realmente a la altura de lo exigible. Con este desbordante índice de natalidad en grupos, parece ser que vamos a tener punki para rato.La solidaridad es, hoy por hoy, uno de los mejores reclamos para la asistencia de público joven. Por ello, fue lógico el llenazo en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid para celebrar la fiesta concierto Europa por la Tolerancia. Estaba además lo asequible de la entrada, 500 pesetas, y el atractivo de un cartel lleno de nombres muy queridos por el público: Rosendo, Celtas Cortos y Siniestro Total, más los brasileños Kizumba. La chavalería respondió con su presencia, sus ganas de disfrutar hasta la última nota y su clara posición en contra del racismo y la xenofobia y a favor de la tolerancia. Lo que no se comprende por qué no se permite la venta de cerveza de verdad en un concierto de rock. Para nada se trata de hacer apología del alcohol, pero es que ver a los Siniestro en directo llevando sólo un refresco en el cuerpo no es lo mismo.

Quien, seguramente, no ha tenido nunca esos dilemas morales es Jayne County, antes Wayne. Verdadera reina de las alcantarillas neoyorquinas, esta primigenia dragqueen inspiró el borbotón del glam prepunki, en su vertiente carne o pescado, y aun ahora, con más de cuarenta años y una dentadura preocupante, está resuelta a dar sopas con honda a las nuevas generaciones. Vestida como si le hubiera robado sus galas a la periodista Vampirella, asaltó el escenario a los sones de In the nightime, de los Strangeloves. Espasmódica y descarada, regaló sus clásicos, Paranoia paradise, Cream in my Jeans o Man enough to be a woman; recordó a sus amigos vivos, los Ramones, y fallecidos, Johnny Thunders, a quien dedicó Johnny go to heaven, y se paseó como una reina ante un público que, dijo, eran unos bebés cuando Jayne ya había mutado en crisálida del lado oscuro, allá entre rascacielos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En