La dura neutralidad

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Cruz Roja se ve obligada, para trabajar por esos mundos en llamas, a atenerse a una total neutralidad. "No respetarla", dice Jean-Pierre Givel, "repercutiría en las víctimas".Pone como ejemplo la posibilidad de denunciar a empresas implicadas en la venta de minas antipersonales. "Estamos claramente en una batalla contra ese arma terrible. Hay 110 millones de minas a la espera de ser pisadas. Pero nuestro objetivo son las víctimas. Hay otras ONG para la denuncia y otro tipo de campañas".

La labor del CICR es, sobre el terreno, un complicado encaje de bolillos. "Tenemos que medirlo todo", dice Givel. "Es así como conseguimos, por ejemplo, visitar individualmente a los prisioneros de guerra: en 1994 tuvimos casi 100.000 entrevistas. Y logramos que funcione un correo especial, nuestro sistema de mensajes de las víctimas con sus familiares".

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