Crítica:CINE: 'MI AMIGA MAX'

En busca del hijo perdido

Famoso documentalista, pieza clave del llamado cinema directo, el canadiense Michel Brault se da a conocer internacionalmente con los largometrajes Pour la suite du monde (1963) y Entre la mer et l'eau douce (1967). Mientras también realiza cortos y mediometrajes, rueda series de televisión y desarrolla una carrera paralela como director de fotografía.Michel Brault ha permanecido comercialmente inédito en España durante 45 años. Y, curiosamente, ahora se da a conocer con Mi amiga Max, el último de sus siete largometrajes, una obra personal, pero no dem...

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Famoso documentalista, pieza clave del llamado cinema directo, el canadiense Michel Brault se da a conocer internacionalmente con los largometrajes Pour la suite du monde (1963) y Entre la mer et l'eau douce (1967). Mientras también realiza cortos y mediometrajes, rueda series de televisión y desarrolla una carrera paralela como director de fotografía.Michel Brault ha permanecido comercialmente inédito en España durante 45 años. Y, curiosamente, ahora se da a conocer con Mi amiga Max, el último de sus siete largometrajes, una obra personal, pero no demasiado representativa de su forma de concebir el cine.

Si el melodrama es una mezcla de drama y música, Mi amiga Max es el melodrama perfecto por narrar con amplio acompañamiento pianístico cómo la que pudo ser una brillante pianista busca por los fríos y bellos alrededores de Quebec al hijo que le arrebataron nada más nacer por ser fruto del pecado.

Mon amie Max

Director: Michel Brault. Guionista: Jefferson Lewis. Fotografía: Sylvain Brault. Música: François Dompierre. Canadá-Francia, 1994. Intérpretes: Geneviève Bujold, Marthe Keller, Johanne McKay, Marie Guillard, Michel Rivard. Estreno en Madrid: Alphaville (versión original subtitulada).

El interés de Michel Brault por el documental hace que la película esté narrada con una cierta frialdad, no se regodee en los aspectos melodramáticos de la historia y tenga un curioso e insólito final. Más allá de su brillante y personal realización, el resultado se resiente de un guión irregular y lleno de trampas dramáticas.

En teoría narrada desde el punto de vista de una amiga que sí llega a ser una gran con certista de piano, toda la primera parte está subrayada por su voz de fondo, pero luego de saparece y Michel Brault no tiene ningún inconveniente en introducir hacia el final un nuevo punto de vista completa mente diferente para dar mayor fuerza dramática al desenlace. Al tiempo que nada se dice, absolutamente nada, sobre los 25 años que transcurren entre el día en que la protagonista pierde a su hijo y el de su reaparición en Quebec, al comienzo de la película, dispuesta a encontrarlo por encima de todo. Dentro del desigual y melodramático conjunto que es Mi amiga Max, destaca la excelente vuelta hacia detrás donde se narra la adolescencia de las protagonistas, la génesis del conflicto, en gran parte por el sólido trabajo interpretativo de las jóvenes Johanne McKay y, sobre todo, Marie Guillard. En alguna medida superan a Geneviève Bujold, que intenta llenar de misterio un personaje que no lo tiene por culpa del guión, y Marthe Keller, que se limita a ser el hilo conductor de casi toda la historia.

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