Tribuna:

La juventud y la muerte

El porcentaje de población española mayor de cuarenta años es actualmente de un 43%, será mas del 50% dentro de doce años y alcanzará el 63% en el 2020. Las oledas de juventud que parecían las únicas oledas importantes se sustituyen por legiones de ciudadanos pausados, sesudos, apanzados. La firma Clinique que hasta el año pasado se esforzaba por negar el paso del tiempo echó la toalla y se pasó del bando de la juventud como supremo valor de belleza a otra clase de belleza independiente de la mocedad. Su eslogan era "La belleza no es parecer joven sino estar bien". Cualquiera podía tomarlo a s...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El porcentaje de población española mayor de cuarenta años es actualmente de un 43%, será mas del 50% dentro de doce años y alcanzará el 63% en el 2020. Las oledas de juventud que parecían las únicas oledas importantes se sustituyen por legiones de ciudadanos pausados, sesudos, apanzados. La firma Clinique que hasta el año pasado se esforzaba por negar el paso del tiempo echó la toalla y se pasó del bando de la juventud como supremo valor de belleza a otra clase de belleza independiente de la mocedad. Su eslogan era "La belleza no es parecer joven sino estar bien". Cualquiera podía tomarlo a su antojo. Estar bien en el sentido de estar como un queso o estar bien como suelen estar los leñadores.Pero ¿es esto, es ser bueno, suficiente? No es suficiente. Clinique puede tratar de aliviar la tensión que a su vez produce arrugas pero el asunto de envejecer queda pendiente. Un 55% de las mujeres españolas entre lo 26 y 35 años que entrevistó la casa de cosméticos respondieron que en nuestra sociedad es todavía más difícil ser mujer a medida que pasan los años. Un buen porcentaje de ellas -por lo demás muy animosas- confiesan que el asunto se pone sobre todo cuesta arriba a los cincuenta. Casi todas acentúan el valor de la personalidad espiritual a esa edad y conceden un reducido valor a los atributos físicos, irremisiblemente averiados.

¿Irremisiblemente? Los americanos desarrollaron el plástico no biodegradable, el K2R, la penicilina, el tergal que, a su modo, solucionan la desaparición, las manchas, los reveses, las arrugas. El último producto médico que en estos meses ha tomado el carácter de panacea norteamericana se. llama "melatonina".

La melatonina es la hormona que segrega la glándula pineal que induce al sueño cuando oscurece. Hasta ahora el producto se ha vendido en los comercios de dietética para aliviar los insomnios. Desde hace poco, sin embargo, algunas investigaciones han sugerido su beneficio para recuperar la juventud y enseguida su consumo ha estallado. Hasta cuatro libros se han editado en Estados Unidos desde este verano sobre los prodigios de la sustancia; de una de estas obras, El milagro de la melatonina" se han vendido más de 100.000 ejemplares desde agosto y ocupaba la última semana el número 3 entre los best-seller de The New York Times. Hay que conocer a, los consumidores norteamericanos para saber el entusiasmo con que promueven y gozan de estas cosas.

Los investigadores de la melatonina también son americanos y, según cuentan algunos de ellos -Walter Pierpaoli y Wiliani Regelson- los resultados con animales han sido elocuentes. El organismo produce mucha melatonina en los primeros años de la vida, decrece aceleradamente en la pubertad y declina a medida que se envejece. Walter Pierpaoli intercambió hace unos años la glándula, pineal de diez monos viejos con la de diez monos jóvenes. Los monos jóvenes sufrieron decrepitud y murieron precozmente. Los otros, por el contrario, cobraron energía y rebasaron" la expectativa de vida. En términos humanos era como si los primeros hubieran muerto a los cincuenta y los segundos, tal como se les veía, fueran capaces de jugar al tenis y seguir haciendo vigorosamente el amor a los 100 años. Como es fácil presumir se han vendido miles de frascos a pesar de que cada vez más médicos alertan sobre el peligro de los efectos secundarios.

La leyenda de la droga que devuelve la esperanza de la eterna juventud regresa siempre pero unas veces con más convicción e intensidad que otras. Este tiempo finisecular necesita como ninguno prorrogarse y apartar de sí el cataclismo del fin. Pero no sólo se trata del tiempo. Con él, haciendo masa, una proporción cada vez mayor de, hombres y mujeres de este mundo vislumbran su propio final al cruzar el siglo. ¿Cómo no abrigar el sueño de un elixir que proteja de morir en el mismo umbral del milenio?

Archivado En