Crítica:CINE

Motin en el submarino nuclear

Dentro de las películas de guerra, el subgénero de submarinos tiene una larga, pero no muy intensa tradición. Por un lado, son unas vistosas y baratas producciones, desarrolladas en muy pocos decorados con el empleo de algunas maquetas y unos diálogos sazonados de órdenes que se transmiten de boca en boca, pero por otro ofrecen unas mínimas posibilidades de introducir cambios y requieren a un experimentado realizador que sepa jugar con un grupo de hombres sudorosos encerrados en muy poco espacio.Tras los años posteriores a la II Guerra Mundial, etapa de máximo apogeo de un subgénero cuyo máxim...

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Dentro de las películas de guerra, el subgénero de submarinos tiene una larga, pero no muy intensa tradición. Por un lado, son unas vistosas y baratas producciones, desarrolladas en muy pocos decorados con el empleo de algunas maquetas y unos diálogos sazonados de órdenes que se transmiten de boca en boca, pero por otro ofrecen unas mínimas posibilidades de introducir cambios y requieren a un experimentado realizador que sepa jugar con un grupo de hombres sudorosos encerrados en muy poco espacio.Tras los años posteriores a la II Guerra Mundial, etapa de máximo apogeo de un subgénero cuyo máximo aliciente y su peor defecto es que todas sus películas son muy parecidas, se ha convertido en una rareza que sólo renace muy de vez en cuando. La aparición de los submarinos atómicos y el definitivo final de la guerra fría ha sacado al subgénero de su profundo letargo para dar algunos discutibles nuevos productos.

Crimson tide

Director: Tony Scott. Guionista: Michael Schiffer. Fotografía: Darusz Wolski. Música: Hans Ziminer. Estados Unidos, 1995. Intérpretes: Denzel Washington, Gene Hacknian, George Ozundza, Viggo Mortensen, James Gandolfini y Mat Craven. Estreno en Madrid: Coliseum, Acteón, Amaya, Luchana, Tívoli, Novedades, Juan de Austria, Colombia, Albufera, La Vaguada e Ideal (V.O.S.).

Política-ficción

Marea roja pertenece con todos los derechos al subgénero, pero víctima de unos intentos de renovación queda lejos de las mejores películas de submarinos. Tras una mínima coartada de política-ficción que presupone un nuevo y posible enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y Rusia, que para demostrar lo poco que importa un locutor expone directamente a la cámara en unos breves prólogo y epílogo, se entra finalmente en materia.Dividida en dos partes, frente a la primera en la que el submarino americano es torpedeado por uno ruso, aparece una segunda demasiado innovadora y, sobre todo, apoyada en el discutible principio del "más difícil todavía". De manera que la intriga se reduce a si el veterano comandante logrará apretar el botón que dispare los misiles o conseguirá impedirlo su segundo, negro y progresista.

Más allá de la simplicidad de la historia narrada, el director Tony Scott consigue crear una tensión que se extiende durante las casi dos horas de duración y dar la mayor efectividad al duelo interpretativo entre Denzel Washington y Gene Hackman. A pesar de que su amplia trayectoria en el cine publicitario le hace emplear muchos más planos de los que utilizaría cualquier otro director para narrar la misma acción, lo que todavía se acrecienta más en esta ocasión por las estrecheces del decorado y puede producir cierto desconcierto en algún espectador.

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