Artaud y el futbolista Cantona, unidos en un montaje

La tarde del martes descargó sobre Aviñón un pequeño diluvio, con fuerte aparato eléctrico, el cual dejó vacíos o inutilizables buen número de escenarios. Una vez finalizado, hubo que alterar la programación prevista y buscar refugio en algún teatro hospitalario. Escogí el Théâtre du Chêne Noir, en el que se anunciaba un espectáculo titulado Ode à Canto, "inspirado", decía el cartel, "en el viaje al país de los Tarahumaras del extraordinario Antonin Artaud", y que resultó ser además un homenaje a Cantona, el polémico jugador francés del Manchester United.El Théâtre du Chêne Noir es el t...

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La tarde del martes descargó sobre Aviñón un pequeño diluvio, con fuerte aparato eléctrico, el cual dejó vacíos o inutilizables buen número de escenarios. Una vez finalizado, hubo que alterar la programación prevista y buscar refugio en algún teatro hospitalario. Escogí el Théâtre du Chêne Noir, en el que se anunciaba un espectáculo titulado Ode à Canto, "inspirado", decía el cartel, "en el viaje al país de los Tarahumaras del extraordinario Antonin Artaud", y que resultó ser además un homenaje a Cantona, el polémico jugador francés del Manchester United.El Théâtre du Chêne Noir es el teatro de Gérard Gélas. Al igual que André Benedetto (Théâtre des Carmes), Gélas y su teatro han nacido a la sombra del festival. Ambos, Gélas y Benedetto, representaban a los cómicos de Aviñón, a los que, una vez terminado el festival, seguían en pie, alimentando una pequeña afición teatral, local, más allá de los fastos veraniegos.

Han pasado unos cuantos años y tanto Gélas como Benedetto se han hecho mayorcitos. Reciben una respetable subvención de la alcaldía de Aviñón para sus respectivas temporadas y, llegado el festival, agasajan a su público con obras propias o ajenas, con un nivel artístico bastante respetable.

Ignoraba en qué consistía esa Ode à Canto: el título no me decía nada. Lo que me atrajo fue la referencia a Artaud. Y pronto descubrí de qué iba la cosa.De natural brusco

Canto era Cantona, nada menos que Cantona, el jugador al que los forofos llaman cariñosamente Canto. Un Cantona condenado por la justicia británica a 120 horas de trabajos "de interés general" en una barriada miserable -Cantona debía explicar a los rapaces qué cosa es el fútbol-, como castigo por haberle dado una patada en el rostro a un hooIigan. Y allí, en el césped del Chêne Noir, estaba el actor que hacía de Cantona y un tal Lorenzo, su recogepelotas, chutando ambos contra una portería vacía. ¿Y Artaud? ¿Qué pinta Artaud en todo esto? Pues resulta que Cantona y Artaud son ambos hijos de Marsella y a Gélas no se le ocurrió otra cosa que poner en beca de Canto algunos pasajes de Artaud, de su viaje al país de los Tarahumaras. ¿Por qué? Pues porque Artaud y Cantona, además de ser marselleses, son dos tipos con un natural brusco, ímprevisible. En el fondo, lo que ocurre es que a Gélas le encanta el fútbol, es un fanático de Cantona, y desde los 16 años se lo pasa pipa leyendo a Artaud en voz alta.

El espectáculo funciona plásticamente; los intérpretes no son nada del otro mundo y el invento no tiene ni pies ni cabeza. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que en Aviñón hay un tipo que se llama Gérard Gélas y que lleva su amor al fútbol y al teatro hasta hacer hablar a Artaud por la boca del futbolista Cantona.

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