Editorial:

Adiós a un sabio

LA ÚLTIMA gran joya de la que se ha dado en llamar edad de plata de la cultura española se ha extinguido a unos días de lo que habría sido su 90º cumpleaños. Emilio García Gómez había pasado ya, anticipada pero no prematuramente, a la historia como el mayor arabista español de todos los tiempos. Pero siendo este título de muy probada alcurnia, no podía hacerle plena justicia. Con más de 60 años de trabajo científico como historiador, filólogo, traductor, pensador del pasado casi siempre, fue un escritor de fuste excepcional. Destacadísimo miembro de la generación del 27, había mucho de Ortega ...

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LA ÚLTIMA gran joya de la que se ha dado en llamar edad de plata de la cultura española se ha extinguido a unos días de lo que habría sido su 90º cumpleaños. Emilio García Gómez había pasado ya, anticipada pero no prematuramente, a la historia como el mayor arabista español de todos los tiempos. Pero siendo este título de muy probada alcurnia, no podía hacerle plena justicia. Con más de 60 años de trabajo científico como historiador, filólogo, traductor, pensador del pasado casi siempre, fue un escritor de fuste excepcional. Destacadísimo miembro de la generación del 27, había mucho de Ortega en él y hasta algo de Lorca, aunque sus obras hayan sido tan distintas. La política atravesó su vida a horcajadas de un monarquismo siempre proclamado, cualquiera que fuera el momento de la historia, pero no dejó de ser un tangencial avatar de su existencia.En Francia se distingue entre arabista y arabizante al referirse a uno u otro tipo de intelectual dedicado a la materia. En la primera acepción hay como un mayor distanciamiento del objeto de estudio y, en la intención cuando menos, una más objetiva pretensión científica. Con don Emilio no hacía falta desentrañar el sabio sexo de los ángeles. Era un arabista que arabizaba. Y lo hacía en una de las mejores prosas que la lengua española ha conocido. Hemos perdido a un sabio.

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