Crítica:FLAMENCO

Racionalizar el riesgo

Sin megafonía y en una sala acústica complicada, Miguel Poveda lo tuvo difícil. Porque no es un cantaor de desmelene y grito pelado. Ni tiene voz para eso ni la utilizaría en tal dirección de tenerla. Muy al contrario. Miguel Poveda es, sin la menor duda, el cantaor más ductil de su generación. Maneja la voz con una infrecuente sabiduría.Pero esto obliga al cantaor un permanente ejercicio de equilibrio y contención. Es decir que racionaliza en exceso el cante administrando sus recursos con exquisito cuidado. Esto le lleva a una impecable perfección formal, a la que Miguel Poveda nos tiene acos...

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Sin megafonía y en una sala acústica complicada, Miguel Poveda lo tuvo difícil. Porque no es un cantaor de desmelene y grito pelado. Ni tiene voz para eso ni la utilizaría en tal dirección de tenerla. Muy al contrario. Miguel Poveda es, sin la menor duda, el cantaor más ductil de su generación. Maneja la voz con una infrecuente sabiduría.Pero esto obliga al cantaor un permanente ejercicio de equilibrio y contención. Es decir que racionaliza en exceso el cante administrando sus recursos con exquisito cuidado. Esto le lleva a una impecable perfección formal, a la que Miguel Poveda nos tiene acostumbrados, pero en ocasiones echamos de menos la asunción de riesgos mayor que nos transmitan esa emocion que siempre esperamos, y deseamos, del flamenco.

Miguel Poveda y Pepe Habichuela

Casa Patas, Madrid, 6 de mayo.

Miguel Poveda puede permitirse esas rupturas, pues de contrario corre el peligro de acabar cantando rutinariamente muy bien, con enormes conocimientos, pero repitiéndose a mismo. Y estamos hablando de un cantaor extraordinario, como demostró una vez más en es nueva noche de triunfo. Que lo obtuvo, y grande, junto a Pepe Habichuela, quien le hizo Y el acompañamiento justo, medido y muy sensible.

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