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Estos días hemos oído en los medios de comunicación comentarios del Gobierno en el sentido de que se pretenden eliminar subvenciones y deducciones que hoy entrega el Estado a familias.La familia es, querámoslo o no, la base de cualquier sociedad, es allí donde nacen las futuras generaciones que sostendrán a las anteriores, se socializan los individuos y se les inculcan valores como el respeto, la educación y la

buena administración. Sin ella, las sociedades serían junglas pobladas de sujetos egoístas y sin escrúpulos. Pero esto no es un discurso político conservador, pues en todos los p...

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Estos días hemos oído en los medios de comunicación comentarios del Gobierno en el sentido de que se pretenden eliminar subvenciones y deducciones que hoy entrega el Estado a familias.La familia es, querámoslo o no, la base de cualquier sociedad, es allí donde nacen las futuras generaciones que sostendrán a las anteriores, se socializan los individuos y se les inculcan valores como el respeto, la educación y la

buena administración. Sin ella, las sociedades serían junglas pobladas de sujetos egoístas y sin escrúpulos. Pero esto no es un discurso político conservador, pues en todos los países de nuestro entorno, incluida la liberal Suecia, hace años que se están tomando medidas decididas de apoyo que pasan tanto por incentivos fiscales (deducciones de impuestos) como sociales (apoyos económicos significativos que muchas veces superan las 50.000 pesetas al mes por hijo).

En España somos diferentes, aquí se congelan a niveles ridículos las deducciones por hijos en' el IRPF y la miserable ayuda que daba la Seguridad Social se elimina. Pero no contentos con eso, nuestros próceres han pensado que la deducción por compra de vivienda está de más, pues no fomenta nada, cosa que no comparto, pues apoya la construcción, fomenta el ahorro previo a la compra y además ayuda a las familias.

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Pero las medidas anteriores tienen otro efecto todavía más pernicioso: cambiando continuamente la ley del, IRPF que ese mismo Gobierno promovió, la gente pierde la confianza en el sistema, pues cualquier planificación impositiva y de inversiones a medio plazo se viene abajo, obligando a los ciudadanos a considerar alternativas que deberían no utilizarse, como el dinero negro, las cuentas en el extranjero, etcétera-

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