Alemania, ¿liberación o derrota?

Alemania se dispone a celebrar mañana lunes, con un solemne acto oficial en Berlín y centena res de encuentros en todo el país, el 50º aniversario del final de la II Guerra Mundial en Europa en medio de la polémica de si se conmemora una libera ción o una derrota. A lo largo y ancho del territorio alemán se realizan cientos de actos de signo diferente que abarcan un amplio espectro: desde los anarquistas de Berlín, que se manifiestan al grito de "¡Nunca más, Alemania!", hasta neonazis lunáticos que se dedican a pintarrajear en Berlín una exposición dedicada a los alemanes que tomaron el ca...

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Alemania se dispone a celebrar mañana lunes, con un solemne acto oficial en Berlín y centena res de encuentros en todo el país, el 50º aniversario del final de la II Guerra Mundial en Europa en medio de la polémica de si se conmemora una libera ción o una derrota. A lo largo y ancho del territorio alemán se realizan cientos de actos de signo diferente que abarcan un amplio espectro: desde los anarquistas de Berlín, que se manifiestan al grito de "¡Nunca más, Alemania!", hasta neonazis lunáticos que se dedican a pintarrajear en Berlín una exposición dedicada a los alemanes que tomaron el camino del exilio durante el nazismo. No falta la inauguración de un monumento a los soldados alemanes desertores, para quienes se pide una rehabilitación y el reconocimiento del valor de su desobediencia, que muchos pagaron con la vida.

Al mismo tiempo, los más altos cargos del país, el presidente federal, Roman Herzog, y el canciller federal, Helmut Kohl, se han subido al carro de los vencedores y se verán obligados a sumarse a esta especie de turismo del 50º aniversario, que les hará recorrer las cuatro capitales europeas donde se celebran los actos más importantes: Londres, París, Berlín y Moscú.

En el acto de Berlín se espera con interés el discurso del presidente francés, François Mitterrand, en lo que se considera que puede constituir una especie de testamento político, cuan do le quedan, apenas unos días en el cargo. Para el presidente alemán Herzog, el discurso de Berlín supone también una es pecie de prueba de fuego en el cargo que desempeña desde hace menos de un año. Herzog parte con la desventaja de que el discurso decisivo sobre el final de la guerra ya lo pronunció en 1985 ante el Parlamento Federal (Bundestag) su antecesor, Richard von Weizsäcker, cuan do formuló la tesis de la libera ción, que entonces no resultó bien acogida por los sectores más derechistas y conservado res de su partido democristiano y de la sociedad alemana.

La polémica permanece abierta por los sucesivos manifiestos que en las últimas dos semanas publicaron sectores políticos y de opinión derechistas, que recuerdan que el final de la guerra supuso el inicio de la expulsión de los alemanes de sus territorios del este y la dictadura en la desaparecida RDA.

Por otro lado, a la celebración en Moscú, el martes, del cincuentenario de la victoria sobre la Alemania nazi asistirán cerca de cincuenta jefes de Estado y de Gobierno, entre los que se cuentan la mayoría de los europeos -Felipe González incluido- y el presidente norteamericano, Bill Clinton, informa Rodrigo Fernández. La fiesta, sin embargo, se verá algo ensombrecida por la guerra en Chechenia, que ha despertado una polémica sobre la conveniencia de algunos de los actos a celebrarse.

Así, si nadie pone objeciones a presenciar el desfile de los veteranos de la II Guerra Mundial, que se realizará por la mañana en la Plaza Roja, la parada militar, que tendrá lugar al mediodía en el nuevo memorial de Poklónnaya Gorá -donde se acaba de construir un enorme monumento a la victoria de las tropas rusas-, no contará con la asistencia de los dirigentes europeos ni con la de Bill Clinton, debido a que en ella participarán unidades que han combatido en Chechenia.

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Pero todos los dirigentes extranjeros se verán por la tarde en la gran cena que da en el kremlin el líder ruso, Borís Yeltsin.

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