La Cumbre del Clima finaliza con un acuerdo genérico de reducir emisiones a partir del 2005

Las cantidades deberán concretarse en 1997 desde las resoluciones de Río de Janeiro

ALICIA RIVERA ENVIADA ESPECIAL, La Conferencia de Berlín de la ONU sobre Cambio Climático concluyó ayer con un mandato de negociación, aprobado por consenso que recoge el objetivo de emprender reducciones de gases de efecto invernadero, con respecto a los niveles de 1990, en las fechas del 2005, 2010 y 2020, sin especificar cantidades y con una vaga fórmula de compromiso en el desarrollo sostenible para los países del Tercer Mundo. Lo justo para salvar la cara y suficiente para que los delegados puedan volver a casa sin haber adquirido obligaciones manifiestamente desventajosas.

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ALICIA RIVERA ENVIADA ESPECIAL, La Conferencia de Berlín de la ONU sobre Cambio Climático concluyó ayer con un mandato de negociación, aprobado por consenso que recoge el objetivo de emprender reducciones de gases de efecto invernadero, con respecto a los niveles de 1990, en las fechas del 2005, 2010 y 2020, sin especificar cantidades y con una vaga fórmula de compromiso en el desarrollo sostenible para los países del Tercer Mundo. Lo justo para salvar la cara y suficiente para que los delegados puedan volver a casa sin haber adquirido obligaciones manifiestamente desventajosas.

El mandato de negociación, que debe concretarse en un protocolo en 1997, se queda corto pero deja la puerta abierta para futuras negociaciones, declararon ayer las organiza ciones no gubernamentales (ONG) en un comunicado con junto especificando que ellos, como muchos países en desarrollo, aspiraban a especificar la cantidad de reducción global de emisiones a partir del año 2000: un 20% respecto a los ni veles de 1990 fijados en Río. En Río se acordó que en el año 2000 se habrían estabilizado las emisiones respecto a 1990, objetivo que ahora no se sabe si se va a cumplir.El problema para los políticos parece ser cuántas medidas y cuándo tomarlas; y la complejidad científica del asunto se comprime, por ahora, en las emisiones de gases que acentúan el papel de invernadero que hace la atmósfera para la Tierra y que pueden provocar un aumento de las temperaturas medias entre 1,5 y 4 grados centígrados dentro de un siglo.

A última hora de la tarde de ayer, al cierre de la conferencia, un contador de emisiones de C02 marcaba 180 millones de toneladas. Greenpeace lo había puesto a cero el pasado día 28, en la apertura de las sesiones, y cada segundo ha ido subiendo 196 toneladas, justamente la estimación mundial de los organismos. internacionales acerca de las emisiones de este gas de efecto invernadero por las centrales eléctricas.Tensas negociaciones

Las negociaciones entre los 116 países han sido tensas hasta el final. Tal vez por eso, la ministra alemana de Medio Ambiente, Angela Merkel, que ha presidido la conferencia, estaba ayer radiante con un documento final bajo el brazo ante 870 delegados de 170 países, un millar de observadores y 2.000 periodistas. Eso sí, un documento suficientemente hueco para que pudiera aprobarse por consenso en el plenario."El mandato de Berlín consolida todo el trabajo que hemos hecho sobre el cambio climático desde la cumbre de Río hasta ahora. Establece una agenda ambiciosa y fortalecerá la acción internacional sobre el cambio climático", dijo Merkel.La Unión Europea compartía ayer la satisfacción y tendía a apuntarse el tanto insistiendo, además, en la importancia de que se especifique un compromiso de reducción y un calendario (las tres fechas previstas). En cuanto a la ausencia de porcentajes de reducción, lo consideran normal y esperado en esta fase de negociación del protocolo, ausencia que no puede sino satisfacer a Estados Unidos, empeñado en concretar lo mínimo en Berlín.Para llegar a los difíciles compromisos, Merkel formó el grupo de amigos de la presidenta, unos 25 países que no asumían una representación formal del resto pero que podían hablar en nombre de los diferentes bloques para ir saliendo de los atolladeros.

Los países en vías de desarrollo o el activo grupo de 72 estados que lanzaron en Berlín el documento verde para exigir reducción de emisiones de los países desarrollados no ven reflejado en el mandato de Berlín el 20% que planteaban pero, tal y como, querían, tampoco se les, compromete directamente en asumir limitaciones de emisiones, como pretende EE UU. A cambio se les indica que deben continuar con el objetivo de "alcanzar un desarrollo sostenible".Mientras la primera potencia del mundo habla de responsabilidad global aunque diferenciada, los países en vías de desarrollo temen ver estranguladas sus posibilidades futuras de crecimiento al menos con la fórmula de fuerte consumo energético, sin importar las emisiones, ensayada con éxito durante más de un siglo por las potencias industriales. La factura del pasado, las emisiones incontroladas de C02 realizadas por los países ricos, debe saldarse antes de exigir a los en vías de desarrollo que contribuyan con medidas de estabilización o reducción.La postura española, presentada en Berlín por el ministro José Borrell, se sitúa en una especie de esquizofrenia ya que, por un lado, España es un país desarrollado y actúa en bloque con la UE, pero dentro de este club es uno de los que menos emisiones tiene (tres veces menos per cápita que Alemania, la mitad que el Reino Unido, cuatro veces menos que EE UU, aunque siete veces más que India) mantiene su derecho a aumentar las emisiones para equipararse a sus socios.Aedenat, y CC OO, las dos ONG españolas presentes en Berlín, han criticado "la hipocresía del Gobierno español" y han denunciado "la falta de compromisos en límites y plazos de las reducciones de emisiones" en el discurso del ministro Borrell ante la conferencia.

Mientras, las negociaciones para el protocolo del clima continúan. La próxima sesión de la conferencia de las partes se celebrará en julio de 1996, en Montevideo, la capital de Uruguay.

Transferencias de tecnologías

A. R. ENVIADA ESPECIALUno de los huesos duros de roer en la partida de póquer jugada durante once días en esta Cumbre de la ONU dedicada al clima, en Berlín, por los delega dos de la conferencia han sido las llamadas implementaciones conjuntas, es decir, las acciones que los países ricos pueden emprender en territorio de los de en vías de desarrollo para reducir las emisiones de C02.

Estados Unidos insiste en que dichas reducciones deben contabilizarse como créditos que se apunten a la cuenta de emisiones de C02 del país que paga dichas acciones.El problema es que este mecanismo puede esconder desde saludables programas de transferencia de tecnologías limpias hasta exportación de plantas nucleares o adquisiciones de terrenos para plantar árboles (sumideros de CO2) en países pobres que temían lo peor respecto de los futuros derechos de propiedad.Desastres naturales

Al final, en Berlín se ha adoptado un documento que especifica que en un periodo de prueba de este mecanismo, establecido de aquí hasta el año 2000, no se reconocerán créditos y que las implementaciones conjuntas tienen que ser reconocidas como tales por los dos gobiernos implicados y por las comisiones correspondientes de la convención.

Prácticamente cualquier medida en discusión tiene fuertes implicaciones económicas para unos y otros, pero nadie ha restado importancia al problema.

Las compañías de seguros, por ejemplo, dedicaron 52.000 millones de dólares a cubrir los efectos de los desastres naturales en todo el mundo entre 1987 y 1993; de esa cantidad, el 85% se lo llevaron los desastres asociados a la meteorología, como inundaciones o sequías, mientras que 30 años antes era el 15%, según declaró en Berlín una multinacional aseguradora noruega.

Aunque nadie puede asegurar todavía que las lluvias torrenciales en unas regiones o la ausencia prolongada de las mismas en otras que se han registrado recientemente se deban a un cambio climático en marcha, sirven como botón de muestra, y muy preocupante, de lo que pueden suponer en el próximo siglo las alteraciones inducidas por el calentamiento de la Tierra.

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