El toro y el toreo como excusas

La plaza de Valencia y la Feria de Julio están perdiendo su carácter, llevando a estas alturas camino de llegar a convertirse en una lamentable imitación de esos otros cosos, llenos de triunfalismo y de griterío, que viene mostrando últimamente la televisión: plazas en las cuales el público aclama cuanto suceda en el ruedo, sin reparo ni del toro ni del toreo.El ambiente que se ha estado viviendo en Valencia durante la presente Feria de Julio ha venido a ser como sigue: el toro -por lo común sin trapío e inválido- y el derechacismo galopante se convertían en la mera excusa para corear continuo...

La plaza de Valencia y la Feria de Julio están perdiendo su carácter, llevando a estas alturas camino de llegar a convertirse en una lamentable imitación de esos otros cosos, llenos de triunfalismo y de griterío, que viene mostrando últimamente la televisión: plazas en las cuales el público aclama cuanto suceda en el ruedo, sin reparo ni del toro ni del toreo.El ambiente que se ha estado viviendo en Valencia durante la presente Feria de Julio ha venido a ser como sigue: el toro -por lo común sin trapío e inválido- y el derechacismo galopante se convertían en la mera excusa para corear continuos olés y para la petición de orejas.

Se trata de las chocantes delicias propias del triunfalismo, naturalmente; pero ocurre que la plaza de Valencia nunca fue así. Cierto que, siendo amable, hi

perbólica y mostrándose muy agradecida con los toreros, no renunciaba jamás -sin embargo- a exigencia básica cual la integridad del toro, así como la lidia ordenada, es decir el toreo. Ello sucedía de ese modo porque el público valenciano tenía verdadera afición y por tanto disfrutaba con la fiesta.

Ahora es afición verdadera lo que falta; y si no se recupera, el futuro se abre muy incierto para la plaza de Valencia.