El cineasta Hal Hartley defiende la independencia del cine barato

El director norteamericano presenta su filme 'Amateur'

Es hijo de un obrero católico de Long Island (Nueva York), estudió Bellas Artes y literatura pero siempre quiso hacer cine: películas "pequeñas y baratas". Hal Hartley es a sus 35 años uno de los cineastas independientes norteamericanos de mayor éxito en Europa. Amateur es su cuarto largometraje y, como en el resto de su obra, su mirada ingenua esconde una visión confusa y pesimista de la vida. "Sólo me interesa hacer cine barato", afirma el cineasta. "Con el dinero sólo se pierde libertad".

Amateur cuenta la historia de una ex monja que se cree ninfómana y que quiere dejar d...

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Es hijo de un obrero católico de Long Island (Nueva York), estudió Bellas Artes y literatura pero siempre quiso hacer cine: películas "pequeñas y baratas". Hal Hartley es a sus 35 años uno de los cineastas independientes norteamericanos de mayor éxito en Europa. Amateur es su cuarto largometraje y, como en el resto de su obra, su mirada ingenua esconde una visión confusa y pesimista de la vida. "Sólo me interesa hacer cine barato", afirma el cineasta. "Con el dinero sólo se pierde libertad".

Amateur cuenta la historia de una ex monja que se cree ninfómana y que quiere dejar de ser virgen a toda costa, un mafioso que pierde la memoria y quiere redimir sus pecados amando a la monja y una infantil actriz de cine porno que quiere romper con su pasado. "El título de la película describe cómo me siento, o cómo me gusta sentirme" dice Hal Hartley. "Frente a mi trabajo no me siento como un profesional sino como alguien muy confudido". El argumento del filme surgió, según el director, hace un año cuando un día pensó que quería empezar de nuevo, "dejar de ser yo mismo durante un tiempo".El amor -"la atracción sexual animal es menos apasionante, me intriga menos"-, la religión y las relaciones paterno filiales han sido hasta ahora las constantes del cine de Hartley. "Ahora me interesan menos las relaciones entre padres e hijos y más las de mujeres y hombres. Antes me obsesionaba la familia. Supongo que ahora me estoy haciendo mayor y además, ya no vivo en Long Island".

Delgado, con ojos saltones y nariz grande, Hal Hartley habla tan despacio como sus personajes. Le cuesta terminar las frases que empieza. Por timidez o arrogancia, el joven cineasta parece estar constantemente a la defensiva. "A veces desespera que en tu propio país no te entiendan, pero tampoco es tan importante. No soy famoso, pero tengo mi público. Me molesta cuando algún distribuidor me pregunta: ¿Pero, estas películas a quién le interesan? ¿Cuál es el perfil de su público?"

Hartley, fascinado con la cultura francesa -en su primer largometraje, La increíble verdad (1989), el padre de la protagonista se llama Victor Hugo- ha encontrado sus referencias en el cine de Jean Luc Godard. "De todas formas, creo que mi gran diferencia con el cine europeo, es que yo quiero hacer ficción, para mi ese es el trabajo de un cineasta. Y no creo que Godard busque eso".

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