La Universidad suspende

Las cinco universidades madrileñas, donde pueden ocupar un aula hasta 200 personas, tienen los bronquios renqueantes. La frase "prohibido fumar" cuelga en aulas y en pasillos. Pero la realidad es que se fuma, y mucho. La situación en algunas facultades ha llegado a ser insoportable: el Decanato de Derecho de la Autónoma prohibió el pasado marzo terminantemente los cigarrillos encendidos, a petición de alumnos con ataques de tos a causa del humo. Pero los fumadores siguen en sus trece.En la Carlos III, en Getafe, y en la de Alcalá de Henares, sólo hay un lugar sagrado que merece el respeto de l...

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Las cinco universidades madrileñas, donde pueden ocupar un aula hasta 200 personas, tienen los bronquios renqueantes. La frase "prohibido fumar" cuelga en aulas y en pasillos. Pero la realidad es que se fuma, y mucho. La situación en algunas facultades ha llegado a ser insoportable: el Decanato de Derecho de la Autónoma prohibió el pasado marzo terminantemente los cigarrillos encendidos, a petición de alumnos con ataques de tos a causa del humo. Pero los fumadores siguen en sus trece.En la Carlos III, en Getafe, y en la de Alcalá de Henares, sólo hay un lugar sagrado que merece el respeto de los adictos a la nicotina: la biblioteca. El resto de las dependencias universitarias son buen ejemplo de la ambigüedad con que se aplica el decreto que prohibe fumar en lugares públicos.

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. En las cafeterías de la universidad Carlos III, "no se respeta la diferencia entre las zonas delimitadas expresamente para no fumadores", cuenta Pedro Atienza, subdelegado general del campus.

Aunque los carteles de "prohibido fumar" están bien visibles en todas las aulas de la Universidad de Alcalá, algunos profesores, muy, pocos, no pueden resistir la tentación de encenderse un cigarrillo. En ocasiones piden permiso a los alumnos, pero lo habitual es que no lo hagan. "Si el profesor fuma, entonces los alumnos también sacan el cigarro, explica un alumno de Filología.

Los pasillos de la Complutense constituyen el refugio de los fumadores que entre clase y clase calman sus nervios con un pitillo. Pero es durante los exámenes cuando los roces entre fumadores y no fumadores se hacen más patentes. Lo mismo ocurre en la Politécnica. Normalmente el profesor decide si se puede o no fumar, aunque si hay alumnos que protestan se suele ceder ante los derechos de los "fumadores pasivos". "Los que no fumamos argumentamos que nos molesta mucho el humo porque estamos encerrados tres o cuatro horas y las clases están mal ventiladas; los que fuman dicen que se pone muy nervisos y se les puede permitir hacerlo, pidiéndoles moderación", explica Nicole Iglesias, de Enfermería. En su escuela se llegó a proponer que los exámenes se realizaran en aulas separadas, para fumadores y no fumadores, pero la iniciativa no prosperó por falta de espacio. En Derecho, sin embargo, se ha hecho alguna vez.

Esta información ha sido elaborada con aportaciones de Paz Álvarez Arantxa G. de Sola, Antonio Jiménez y Víctor Saornil.

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