Ser racistas tiene un precio muy alto

Una cadena de restaurantes de EE U indemniza a clientes negros con 7.290 millones de pesetas

Una pareja de negros. marido y mujer, viaja por EE UU. Después de una larga jornada de automóvil, desde Tejas hasta California, entra en un restaurante en Yreka. El local no está lleno, pero la comida que piden tarda una hora en llegar, en lugar de los cinco minutos habituales. En todo ese tiempo, una pandilla de chicos blancos se meten con ellos y emplean el término despectivo de la esclavitud y los grupos racistas, nigger -negro-, con la complacencia de los dueños del establecimiento.Teóricamente, la discriminación racial no existe en Estados Unidos. En la práctica, las estadísticas s...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Una pareja de negros. marido y mujer, viaja por EE UU. Después de una larga jornada de automóvil, desde Tejas hasta California, entra en un restaurante en Yreka. El local no está lleno, pero la comida que piden tarda una hora en llegar, en lugar de los cinco minutos habituales. En todo ese tiempo, una pandilla de chicos blancos se meten con ellos y emplean el término despectivo de la esclavitud y los grupos racistas, nigger -negro-, con la complacencia de los dueños del establecimiento.Teóricamente, la discriminación racial no existe en Estados Unidos. En la práctica, las estadísticas son demoledoras. Sin necesidad de hablar de víctimas de la criminalidad o de población carcelaria, la vida cotidiana ofrece abundantes ejemplos de diferencias de trato según el color de la piel, diferencias, en todo caso, prohibidas y castigadas por la ley.

Si los camareros y encargados de la cadena de restaurantes de comida rápida Denny's lo hubieran tenido en cuenta, hubieran ahorrado a su empresa 54 millones de dólares (7.290 millones de pesetas). Esa es la cantidad que Denny's tiene que pagar como indemnización a miles de clientes negros a quienes se les había negado el servicio, o cuyas hamburguesas habían llegado frías a la mesa o habían costado más que las de la mesa de al lado.

El caso de Yreka fue realmente desafortunado para el restaurante, porque el hombre que sufrió el retraso injustificado y la humillación de los jovencitos blancos era un juez federal de Houston. Peor fue lo que pasó en un Denny's de Annapolis, en Maryland: los seis negros que se quedaron sin mesa eran miembros del Servicio Secreto asignados a la escolta del presidente. Sus compañeros de trabajo blancos no tuvieron el mismo problema. Durante más de tres años, las quejas de este tipo han llovido sobre Denny's.

No sólo se trataba de desastres o esperas innecesarias; también había segregación en algunos locales, exigencia de pago previo de la consumición, abusos en la factura. Y es dificil pensar en la casualidad o en hechos aislados a la vista de las 4.300 reclarnaciones sobre buena parte de los 1.500 restaurantes de la cadena.

Denny's negó el pasado año que practicara una política discriminatoria, pero se comprometió a revisar una por una las quejas y a tomar, una decisión. La decisión, de acuerdo con el Departamento de Justicia, ha sido la compensación económica de 54 millones de dólares, el mayor y más importante acuerdo legal desde que se adoptaron las leyes contra la discriminación, hace más de 30 años, según Deval, Patrick, nuevo responsable de la sección de Derechos Civiles del Departamento de Justicia.

"El mensaje es claro", dijo Patrick en una conferencia de prensa: "habrá un precio muy caro a pagar para el que incurra en comportamientos indignos e ilegales, y el Departamento de Justicia exigirá que se pague ese precio siempre que se viole la ley". Además de las indemnizaciones y del compromiso de eliminar radicalmente de sus establecimientos todo vestigio de racismo, Denny's ha puesto en marcha un servicio de investigación en el que se utilizarán agentes negros que simularán ser clientes.

Archivado En