Crítica:CLÁSICA

Liszt y Dvorak, mano a mano

En el ciclo Orquestas del Mundo, Ibermúsica presentó el jueves a la del festival de Budapest, dirigida por Ivan Fischer, formado en Viena con Swarowsky y fundador del conjunto hace 11 años. Se trata de una buena orquesta, especialmente en las cuerdas, que toca con entusiasmo y fuerte expresividad, bien animada por el ímpetu nervioso del maestro cuyas versiones resultan comunicativas y vivaces.

En el programa destacó la actuación del gran pianista húngaro Zoltan Kocsis (Budapest, 1952), premio Liszt en la convocatoria de 1973. Dueño de una técnica mecánica espectacular y de una music...

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En el ciclo Orquestas del Mundo, Ibermúsica presentó el jueves a la del festival de Budapest, dirigida por Ivan Fischer, formado en Viena con Swarowsky y fundador del conjunto hace 11 años. Se trata de una buena orquesta, especialmente en las cuerdas, que toca con entusiasmo y fuerte expresividad, bien animada por el ímpetu nervioso del maestro cuyas versiones resultan comunicativas y vivaces.

En el programa destacó la actuación del gran pianista húngaro Zoltan Kocsis (Budapest, 1952), premio Liszt en la convocatoria de 1973. Dueño de una técnica mecánica espectacular y de una musicalidad seria dentro de su naturaleza extremadamente virtuosística, Kocsis nos dio una excelente versión del Concierto en mi bemol, de Liszt. Kocsis habla desde el piano con voz de gran divo, vence y convence, planifica las dinámicas dentro de una ancha banda de gradaciones, domina los ritmos y colorea cuanto toca de manera espléndida. Es un intérprete nacido para el triunfo y lo obtuvo en Madrid.

Orquesta del Festival de Budapest

Ciclo Ibermúsica/ Tabacalera. Orquesta del Festival de Budapest. Director: I. Fischer. Solista: Z. Kocsis, pianista. Auditorio Nacional. Madrid, 28 de abril.

El resto del concierto estaba enteramente dedicado a Anton Dvorak, asumidor y transformador del romanticismo terminal centroeuropeo al que inoculó gérmenes de origen tradicional de su país con resultados de efectiva belleza, unas veces amable, otras grandiosa y épica. Al primer orden de cosas pertenecen las suavemente sentimentales Leyendas, o las vertiginosas y líricas danzas eslavas primera y segunda, de la Opus 72, en tanto la Sexta sinfonía, sin alcanzar la autonomía estilística de la octava o la novena, practica la forma tradicional amplificada, sin otra referencia folclorística del scherzo, en aire de furiant, la impetuosa danza bohemia. La exposición de Fischer tuvo el valor de lo natural y auténtico y se benefició de la flexible y vibrada respuesta de los profesores húngaros, un conjunto digno del aplauso recibido.

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