Rodillo, turmix y pasapuré

Con esta crisis de todo, es reconfortante ver cómo mil y pico personas abarrotan la antigua sala Argentina, para contemplar en directo tres de las más enérgicas recetas contra el aburrimiento. A donde no pueden acceder los patéticos objetivos del marketing musical, llega la verdad de las calles. Aunque éstas sean las de San Blas y en una noche inclemente.Comenzamos por el Club de los Poetas Violentos, una multiétnica formación rapera de seis shouters y un D. J. con mensajes inequívocamente antifascistas y antirracistas. El Club... es directo y agresivo, pura autodefensa urbana. Los Plea...

Con esta crisis de todo, es reconfortante ver cómo mil y pico personas abarrotan la antigua sala Argentina, para contemplar en directo tres de las más enérgicas recetas contra el aburrimiento. A donde no pueden acceder los patéticos objetivos del marketing musical, llega la verdad de las calles. Aunque éstas sean las de San Blas y en una noche inclemente.Comenzamos por el Club de los Poetas Violentos, una multiétnica formación rapera de seis shouters y un D. J. con mensajes inequívocamente antifascistas y antirracistas. El Club... es directo y agresivo, pura autodefensa urbana. Los Pleasure Fuckers, del ínclito Kike Turmix, aprovecharon para presentar las descargas sónicas de su último disco, Ripped for the tits. Esta banda tiene bien aprendido el decálogo del buen punk-rockero, merced al muro de excitante sonido producido por las guitarras de Mike Sobiewski y Nora Finley y el desgañite de la más oronda institución del Malasaña sound screaming Lord turmix.

Los Supersuckers (superchupadores) pasan el punk de gasolineras de su Arizona natal por el pasapurés de la factoría Seattle. El resultado es un espectáculo de rock enérgico y apoyado en estructuras melódicas del mejor power pop. Son una bomba atómica con sentido del humor.

Ojo a sus canciones. Pueden ser los nuevos himnos juveniles.