Crítica:CINE

Regresa la soporífera monja cantarina

¿Recuerdan ustedes aquella simpática -es un decir- cantante y amante de un gánster, Deloris VanCartier, que, para escapar de las iras de éste, se "regeneraba" en un convento, convulsionaba a las monjitas y le montaba incluso un espectáculo musical en vivo al mismísimo Wojtila? ¿Recuerdan a aquella insufrible criatura a quien la buena de Whoopi Goldberg le daba el mínimo de impulso vital necesario como para que cualquier espectador mínimamente exigente no saliera huyendo de su butaca?Pues esa misma está de vuelta, aunque no sea más que para confirmar que un buen filón debe explotarse hasta el a...

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¿Recuerdan ustedes aquella simpática -es un decir- cantante y amante de un gánster, Deloris VanCartier, que, para escapar de las iras de éste, se "regeneraba" en un convento, convulsionaba a las monjitas y le montaba incluso un espectáculo musical en vivo al mismísimo Wojtila? ¿Recuerdan a aquella insufrible criatura a quien la buena de Whoopi Goldberg le daba el mínimo de impulso vital necesario como para que cualquier espectador mínimamente exigente no saliera huyendo de su butaca?Pues esa misma está de vuelta, aunque no sea más que para confirmar que un buen filón debe explotarse hasta el agotamiento aunque su vuelta demuestre, una vez más, que hasta una actriz de talento puede llegar a cansarse -¡y cuánto!- de su propia creación.

Sister Act 2

De vuelta al conventoDe Bill Duke, con Whoopi Goldberg, Katie Najmy, Jarnes Coburn, Maggi Smith. Estreno en Madrid: cines Cristal, Vaguada, Gran Vía, Victoria, Multicines Alcobendas, Parquesur, Minicines Majadahonda, Las Roza Multicines y Multicines Pozuelo.

El resultado de ese regreso es un filme casi clónico del anterior: aquí también hay que esconder la real personalidad de la monja, también existe una autoridad anticuada con la cual doña Deloris deberá bregar, una generación de chicos a los que tocar el corazoncito con la magia de la música, unas situaciones supuestamente jocosas que ya eran rancias cuando el vodevil decimonónico comenzó a hacer sus primeros pinitos.

¿Queda algo en pie? Bueno eso no es más que una cuestión de gustos extracinematográficos que dé la mínima coherencia textual exigible a toda película. Si a usted le gusta, por ejemplo, ver cómo se puede rappear el Himno a la alegría, o cómo se hace una versión marchosa del clásico Oh happy day!, cuando llegue Cristo y todo eso, tal vez pueda sor tar la pesadez, el aburrimiento, la estulticia manifiesta que transpira este filme no ya menor, sino situado casi, casi, en las fronteras del insulto.

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